
PART ONE
1. Nirvana
2. Lil' Devil
3. Spiritwalker
4. Horse Nation
5. Zap City
6. Brother Wolf, Sister Moon
7. Revolution
8. Love
9. Rain
PART TWO
1. The Phoenix
2. Wild Flower
3. She Sells Sanctuary
4. Full Tilt
5. (amplification breakdown)
6. Peace Dog
7. Love Removal Machine
8. Earth Mofo
9. Fire Woman
No se a vosotros, pero a mi hace un tiempo ya que me la vienen sudando los trilladísimos “discos en vivo”, y lo que más me irrita es el hecho que me los quieran vender como algo que no son,… porque que señores, en un 99% de los casos resulta más que evidente (y por lo tanto insultante) los embusteros artilugios de estudio que se esconden debajo de esa máscara de “live”, publicaciones que no responden a ninguna necesidad artística, sino más bien a la urgencia por cumplir con algún contrato discográfico caduco, rellenar algún bache discográfico importante o simplemente forrarse aún más de pasta. No gracias, paso. Ahora bien, Live Cult por suerte se haya en el restante, minúsculo e imprescindible 1%, es decir aquellos directos que sí valen la pena, ofreciendo en este caso un extracto crudo, imperfecto y por lo tanto auténtico y realista de como suena la banda de Ian Astbury y Billy Duffy arriba de un escenario, o al menos de como sonaban por aquel entonces…
Grabado en 1991, en el mítico Marquee de Londres, Live Cult captura a la banda en su estado más rockero y primitivo, inmortalizado éste en un glorioso set list interpretado a pura sabia, sudor y garra. Prepárense amigos, porque hoy no van a escuchar a The Cult, no, hoy van a sentir a The Cult… cerrad los ojos por favor, que esta noche nos visitan los británicos y yo invito….
La hora señalada. Se apagan las luces y una exultante Gretsch White Falcon hace de intro para una ya mítica y tremebunda versión de Nirvana, donde la sobriedad y perfección de la pieza original se transforma en un torrente de vigoroso y energizante rock&roll (todo el disco lo es de hecho),… que manera tan escandalosa de robarse el inicio del show por parte del falso blondo, quien suena inspiradísimo tanto en sus descollantes riffs como en sus irresistibles melodías solistas y afilados punteos…
…Realmente Duffy se transforma, y transforma a sus canciones, cuando pisa las tablas, sobre todo a las de sus primeros discos, despojándolas de todo vestigio gothic-psicodelico en pos de entregar todo bajo un mismo y arrollador formato: Hard Rock de alta alcurnia. Y si Nirvana no fue prueba suficiente de ello no muy lejos asoma otra enorme joyita de su época post punkie, la entrañable Spiritwalker, cuyas increíbles melodías arpegiadas (las de estudio) mutan en distorsionados riffs de guitarra alterando claramente las formas pero nunca jamás la esencia, porque esto sigue un puto temazo amiguitos, en donde la única pega posible podría ser la ausencia de los clásicos Ahahah ahah ah de la original, detalles en los que solo un purista –y astburista- podría reparar…
Por cierto, que esto último me recuerda que Duffy solo hace (aunque muy bien por cierto) la mitad del trabajo sucio, pues junto a él está nada menos que La Voz, que no teme mostraste ante nosotros tal cual es, bastante más forzada y apagada que en estudio, pero igualmente carismática y mística, una eterna encantadora de tímpanos atrapada en un frontman de los que ya casi no quedan (bueno, él mismo es una sombra de lo que supo ser). Los invito a relajarse y disfrutar al máximo de estas dotes en una gran interpretación de Revolution, con un Ian que sin proponérselo va sobradísimo de feeling; un sobrecogedor y emotivo feeling para ser más preciso, sobre todo en su parte intermedia, donde Duffy se guarda a silencio quedando Astbury como principal sostén de la canción. Uno de esos inexplicables y mágicos momentos (segundos más bien) que saben a gloria bendita.
Aquellos que, en mayor o menor medida, se consideran viejos cultores del culto bien saben que hay canciones que no nunca faltan ni fallan en sus directos, eternos puntos álgidos de los mismos como la stoneana Love Removal Machine, las motoqueras Wild Flower y Lil' Devil (de cuando Duffy jugaba a ser Angus y Malcom Young (y que bien le salía por cierto)), las solemnes She Sells Sancturay y Fire Woman (si me apuran, los dos himnos por antonomasia de The Cult) y demás clásicos pertenecientes a la sagrada trilogía de la banda (Love, Electric y Sonic Temple) y es justamente por ello (por ser las más conocidas y porque suenan tan bien como de costumbre) que no me desvela hablar en demasía sobre ellas. Más bien prefiero desde estas líneas alentarlos a escuchar otras canciones que sin ser las más festejas por el feudo, brillan igual o con más luz que las 'infalibles' de siempre.
Y dentro de este último lote la noche del 27 de Noviembre cayeron pelotazos incendiarios como Zap City, tema cuyo origen se remonta a Peace, "el disco perdido de The Cult" cuyas sesiones tuvieron lugar entre la grabación de Love y Electric, y es justamente ese mix lo que la hace tan cojonuda, combinando las grandes melodías del primero con el tenacidad rockera del segundo. Full Tilt (uno de los temas más rockeros y gancheros de Ceremony) es otro que debió haber dejado al Marquee como un hervidero de caldo humano, sobre todo en su grand finale al mejor estilo Love Removal Machine, donde la banda quema todas las naves mientras la fauna presente la lía bien feo (doy fe que se arman sus ‘poguitos’ y todo). Un poco más reposada aparece Love, un encantador mid tempo impregnado de ese dejo bluesero que tanto se jacta este combo de haber mamado en su juventud (ambos suelen citar como propios dioses a The Doors, Zeppelin, The Who, Hendrix y los Stones).
Que difícil dejar de elogiar alguna canción en particular, pues tanto clásicos como no clásicos suenan de puta madre (me dejo en el tintero bombazos como Phoenix, Peace Dog o Rain, para daos un idea), todas sacan chispas del reproductor (exceptuando Revolution y Brother Wolf, Sister Moon, que sacan lágrimas…) y todas y cada una de ellas te hacen sentir como si fueses uno más dentro de ese pequeño puñado de afortunados que se hicieron presentes aquella noche en el Marquee.
Supongo que de nada sirve que sea yo (el “fanboy” que se hace llamar “Astbury”) el que os diga que este es uno de los mejores directos que ha parido la historia del rock (y por lo tanto uno de sus secretos mejor guardados), pero tampoco sirve que me lo quede callado, pues es lo que realmente pienso y siento de este monumento al buen rock sin maquillaje, siendo mi único aliciente al respecto el hecho de que “Live Cult” es el séptimo álbum que reseño de la banda, pero tan solo el segundo en gozar de la máxima cornamenta posible. Una última recomendación:
PLAY IT LOOOUD!!!!!!!!!!
9 Astburys
Ian Astbury – Vocals
Billy Duffy – Guitar
Kinley Wolfe – Bass
Michael Kee – Drums