
Ambiente festivo de las grandes ocasiones, el que se respiraba en los alrededores de la sala Salamandra horas antes de que comenzara el tour “thrasher” del año bajo el nombre de “Dark Roots of Thrash II”. Y no era para menos, pues el Big Two de la Bay Area unía sus fuerzas con el objetivo de descoyuntar a todo bicho metalero que se atreviese (o pudiese) asistir al evento. Estaba claro que el fracaso ocurrido dos días antes en Málaga, no iba a asustar a un buen puñado de metalheads ansiosos de buen Thrash golpeador, y se acabó colgando el cartel de sold out tal y como era de esperar.
Dos titanes del Thrash directos a la vena, sin teloneros ni ostias, aunque bien es cierto que ambos venían con dos roles muy distintos. Mientras Exodus venía con material nuevo (y molón) bajo el brazo, Testament venían en modo revival basando casi todo su repertorio en sus dos primeros discos. Se sumaba también el aliciente de los “monstruos” que nos íbamos a encontrar en cada uno de los lineup. En el caso de Exodus el retorno de “su” vocalista por decreto, el carismático Zetro Souza. Y en el caso de Testament, porque a los habituales Billy, Peterson y Skolnick, se les sumaban dos de los “mercenarios” más grandes que ha dado la historia del Metal, una sección rítmica de ensueño, formada por los colosos Gene Hoglan y Steve DiGiorgio.
Arrancaron Exodus con el sintetizado e impactante inicio de “Black 13”, una buena manera de que el personal hiciera el calentamiento previo y se pusiera en guardia. Y en guardia literalmente hablando, porque el mosh infernal duró desde el primer hasta el último corte, sin perder fuelle en ningún momento, sino más bien todo lo contrario. Cuando parecía que la cosa no se podía “asalvajar” más, más lo hacía. La multitud enloquecida vibraba y buena parte de la culpa la tuvo, a parte del buen hacer de la banda, el feeling y buen rollo con el respetable que mostró desde el primer momento el maestro Souza. Dialogante con el público, poniéndose incluso en plan humorista cuando presentó a Kragen Lum como substituto de Gary Holt que no pudo asistir por sus compromisos con Slayer, y encima fue capaz de redondear el asunto haciendo gala de un vozarrón tremendo durante todo el show. Reconozco que no soy demasiado fan de la voz de Zetro, sobretodo conforme han ido pasando los años y cada vez la ha hecho más y más estridente, pero durante el concierto me sonó tremenda.
Como os decía el set list estuvo dominado por los temas de su nuevo disco “Blood In Blood Out”, del cual llegaron a sonar cuatro temas y que cundieron igual de bien que clásicos añejos como “Piranha”, “Bonded by Blood”, o “Strike of the Beast”, aunque posiblemente el corte que se llevó la mejor respuesta de la velada fue “The Toxic Waltz”, con el cual vibró la sala entera.
En el intermedio hubo que hacer las mil y una para conseguir llegar hasta el lavabo o cogerse una birra, en una sala donde no cabía ni una aguja. Supongo que el promotor irradiaba felicidad tocándose sus bolsillos rebosantes de dinero con el lleno absoluto, pero la verdad es que el “apretujamiento” era excesivo, y solo te quedaban dos opciones, o te destruías en el mosh, o te quedabas hombro con hombro apretujado como una sardina, pues encontrar algo de espacio para hacer headbanging por tu cuenta era misión imposible. La sala se quedó corta, muy corta para un acontecimiento de tales proporciones, y tal y como ocurriera de idéntica manera con el show de 2012 donde se juntaron otros tres titanes como Kreator, Morbid Angel y Nile, se echó en falta una Razmatazz 1 en condiciones, con mayor aforo, mayor calidad en el sonido y una tarima de las proporciones adecuadas, pues resulta que Testament venía con una escenografía nada despreciable y con un juego de luces más de lo mismo y todo ello no pudo lucir tanto lo que debiera.
Parecerá una queja gratuita pero no es así, porque aunque el show de Testament fue tremendo, el sonido no pasó de aceptable. Los técnicos en su obsesión por reventar los tímpanos de todos los allí presentes, subieron el volumen todo lo posible y más, distorsionando en ocasiones, y olvidándose de que a veces vale más la pena un sonido fuerte en su medida pero nítido y equilibrado, que un sonido excesivamente alto donde algunos instrumentos quedan algo tapados. Así fue como la batería de Hoglan y el bajo de DiGiorgio no estaban al mismo nivel que la guitarra de Skolnick o el micro de Billy.
Hecho el apunte me centro en Peterson y compañía, y decir que salieron con el cuchillo entre los dientes, y no era para menos con el listón tan alto que les habían dejado sus colegas de armas. Comenzaron con “Over the Wall” y de ahí en adelante fue un no parar, con un show donde ganó por goleada “The New Order” con seis temas tocados de dicho disco. Pese a que en principio la gira se componía casi exclusivamente de temas de este disco y de “The Legacy”, conforme han ido avanzando los shows, Testament han ido introduciendo algunos cortes de otros discos para ofrecer un global más equilibrado y menos añejo. Cayeron “Rise Up” y “Native Blod” de su último disco, no funcionando esta última todo lo bien que un servidor esperaba, sobretodo tal y como os decía, porque el increíble blast beat de Hoglan no sonaba todo lo contundente que debiera, algo escondido tras la distorsión de las guitarras.
Todo un acierto los dos temazos de “The Gathering”, como no “D.N.R” y “3 Days in Drakness”. Esta última sí que sonó brutal, llegando a un punto donde parecía que la banda tiraba de puro slamming y estaba a punto de parar el tiempo con su machacamiento obsesivo. Chuck Billy disfrutó de lo lindo con ambos temas, pudiendo echar mano de sus registros más poderosos y demostrando que siempre ha sido, es, y posiblemente será, el mejor cantante de la historia del Thrash Metal.
“Souls of Black” también fue uno de los puntos álgidos de la noche, con el maestro DiGiorgio bastándose de su bajo fretless de tres cuerdas para tocar la mítica introducción, y si mal no recuerdo, tanto para los dos temas de “Dark Roots of Earth” como de “The Gathering”, lo cambió por otro de seis cuerdas, ahí es nada. “Trial by Fire”, “Into the Pit”, “The Preacher”, todas sonaron tremendas y en todas ellas un factor común, cada vez que llegaba el momento del solo, veíamos como el resto de la banda daba un paso atrás para dejar todo el lucimiento para el maestro Skolnick, que pareciese especialmente motivado para la ocasión, mostrándose muy cómodo en su rol de “master” e incluso arrodillándose mientras ejecutaba los solos en más de una ocasión.
Y hasta aquí todo perfecto, y podría deciros que fue un concierto redondo, si no fuera porque estos señores no tocaron ni un solo tema del “Low”. Noooooo!!!! Ni la trallera “Dog Face Gods”, ni la machacona “Hail Mary”, ni la monumental “Low”, ni un solo tema del que para muchos es su mejor disco, o si más no el más variado y en el que Chuck dio el giro hacia ese vozarrón deather que tanto nos gusta.
Pero no se puede tener todo, y el global se queda en un concierto notable que podría haberse aupado hasta el excelente de contar con una sala de más nivel que hubiese proporcionado mejor sonido y escenografía, y una mayor movilidad. Por lo demás, una noche de Thrash perfecta (aunque en modo subjetivo no les perdonaré jamás a Testament no haber tocado ningún tema del Low).
Testament
Exodus