
1. Mirror Mirror
2. A Cry From The Crypt
3. Darkness In Paradise
4. Incarnation Of Evil
5. Bearer Of Pain
6. Ancient Dreams
7. The Bells Of Acheron
8. Epistle No. 81
En la fría y hermosa ciudad de Estocolmo (llamada incluso la Venecia del Norte), nos ubicamos hoy, no para hacer turismo que... tampoco sería mala idea. Hoy en este día, me apetece recordar a los más valiosos descendientes de Black Sabbath, a los suecos definidores de un género, algo que ya existía desde hacía más de diez años cuando ellos nacieron como banda, pero que como estoy diciendo... terminaron de construír. Como no, me estoy refiriendo a Candlemass y al doom metal más clásico y épico, el más hermanado con el heavy británico de los inicios.
La historia de Candlemass comienza cuando Leif Edling funda en 1982 a Nemesis, grupo que dos años más tarde pasaría a cambiar su nombre al que ahora conocemos. En esos primeros años, en el despegue definitorio de Candlemass era Johan Längqvist el hombre que se hacía cargo de las voces, aunque muchos no lo recuerden. Fue él quien cantó en el mítico Epicus Doomicus Metallicus de 1986, antes de la llegada de Messiah (mesías, muy buen nombre dado su papel en la agrupación). Curiosamente cuando de habla de la formación clásica de Candlemass se nombra a la formación de esta época, la del Nightfall, Ancient Dreams y Tales Of Creation. No fue la primera en verdad, y ni siquiera la más estable... pero es la más representativa, la que trajo al mundo los mejores trabajos de doom antes de que llegase 1990. No os voy a engañar: ya desde ahora mismo os digo que os encontráis de tú a tú con un disco de cinco cuernos, una de esas masterpieces que engrosan los más altos altares de su respectivo sub-género.
Ya en Nightfall cuando Messiah Marcolin y Lasse Johansson debutaron en la banda las cosas quedaron claras. Candlemass tomaría un rumbo inalterable: los cielos, la gloria... la dorada inmortalidad. Nightfall nació a casi un año y medio del Epicus Doomicus Metallicus, pero resulta que esta no era más que la primera mitad de una de las descargas metálicas más abrumadoras de la historia, pues un año más tarde saldría el hermano del Nightfall, el Ancient Dreams (1988). ¿Y bien? ¿Qué tiene de novedosa esta nueva entrega de los suecos Candlemass? Nada, ni la más absoluta alteración en los esquemas musicales que manejaban, es uno de los más dulces "más de lo mismo" que nos podemos llevar a los oídos. Ya desde que examinamos la portada podemos percibir un cierto paralelismo con la de Nightfall, y la razón es que ambas pinturas son obra de Thomas Cole (pintor americano), y lo que realmente termina de explicar semejante similitud es que ambas pinturas son partes de la misma obra "Journey Of Life" de 1842. Yo interpreto esto como una especie de continuación de la historia de la banda, mostrando el bote dorado llegando a las fértiles orillas de unas tierras oníricas, casi paradisíacas (con un imponente palacio esculpido en marfil y nácar en las lejanías). El fin de un viaje que parecía haber comenzado en la penumbra del Nightfall con un tripulante más viejo.
El fan de Candlemass sabe que musicalmente (como bien dije hace apenas un instante) la propuesta no cambia nada, seguimos topándonos con el trío de notas demoníacas, los ritmos fúnebres y poderosos, guitarras graves, leads épicos y la fabulosa voz de Marcolin mostrando una mejora en las dotes interpretativas. Es el sonido de Sabbath, sin duda... pero evolucionado; metalizado y llevado a extremos épicos inexplorados. Oscuridad, desasosiego, distorsión y mucha inspiración, caballeros, eso es lo que contiene este Ancient Dreams. Opus Magna que estamos a punto de paladear. Contengamos la respiración unos instantes y demos paso a los maestros del Doom:
Mirror Mirror se inicia sin miramientos, al contrario que su antecesor Gothic Stone-The Well Of Souls. Jan Lindh ya abre con contundencia, de forma intrépida bajo el manto de Lasse, Mappe y un bien escogido teclado (elemento anecdótico en los primeros trabajos de la banda). La pieza no tarda en sacarse un riff con garra que sirve de base al "Mesías" para pronunciar sus fuertes palabras. Mirror Mirror transcurre con el mismo e incansable compás, haciendo gala de virtuosismo en el solo de Lasse. Emotivas son las dos partes en las que Marcolin canta el verso "The mirror of darkness is blind!". A Cry From The Crypt nos rememora por momentos a los Sabbath de Children Of The Grave en uno de los riffs principales y el compás de Lindh (que se huele a kilómetros que es claro seguidor de Bill Ward). Messiah arriesga con registros difíciles para él, en el umbral de su capacidad pero exitosamente. Muy acertado el desarrollo por completo, desde la introducción al punteo como su puente hasta los versos de Marcolin, y ya ni comento el grandilocuente final que llevan a cabo para esta pieza. Atrocidad solo perpetrable por unos auténticos músicos.
Probablemente una de las letras que se llevan el laurel en este álbum (siendo todas muy competentes) es la de la canción que sigue: Darkness In Paradise. Los músicos dan pleno protagonismo a Messiah para recitar sus terribles versos, entre los cuales Jan ejecuta ciertos quiebres Wardianos. Echadle un ojo a las letras:
I'm standing here in silence
This graceful place of peace
Watching the shadows come closer
The birds they sing no longer
The winds they blow no more
With fear of death
I'm waiting for the night to fall
The sun will set forever
One after one the stars they die
The rainbow has turned to black
Darkness has fallen in paradise
El lead que viene en el núcleo de la canción es acompañado por unos coros misteriosos y lanza un acertado break para que nuestro mesías regrese recordándonos al de Nazareth al recitar el primer verso de esta estrofa:
Oh father please forgive us
Forgive us all our sins
Please bring your light
Again to lead our way
But my prayers are not answered
They fade out to die
And so does the last gleam of hope
Tras esta terrible pieza, en la que (me gusta fantasear) paraíso del artwork se oscurece para terror de todos sus habitantes, nos cernimos en una composición más tétrica si cabe: Incarnation Of Evil manda unas guitarras amenazadoras que parecen venir hacia nosotros gracias al estupendo trabajo de percusión de Jan Lindh. Es muy reseñable el detalle de que en este disco de Candlemass (y creo que esto puede extrapolarse a todos los discos de esta etapa) los instrumentos suelen turnarse el protagonismo de un pasaje a otro, siempre luciendo armonía y equilibrio compositivo. Este tema sin dudas es al igual que en Darkness In Paradise uno de esos en los que el mayor protagonismo recae sobre Messiah Marcolin y los excelentes poemas escritos por Leif Edling, ¡y ojo con los estribillos! Una curiosidad adicional de esta Incarnation Of Evil es que es una re-grabación del tema Black Messiah de cuando Candlemass se hacían llamar Nemesis, y que decidieron rescatar e incluir en esta Ancient Dreams, muy acertado. Bearer Of Pain abre con un riff muy similar al del segundo 0:30 de Mirror Mirror, aunque sacando una esencia distinta. Es uno de los tracks más virtuosos del Ancient Dreams, por los pequeños punteos y falsetes que Marcolin deja caer en ciertas partes del mismo. Atentos al cambio de ritmo del minuto 2:45, como abre al impagable lead de Lars Johansson (el mejor solo de todo el disco a mi gusto).
El tema título del álbum (Ancient Dreams) comienza del modo más doom imaginable, con unas notas graves que en principio parecen carentes de armonicidad pero que... acaban abriendo adecuadamente a una de las grandilocuentes melodías de Candlemass, una pasada de tema. De tempo solemne y entonación elegante, y llegados al minuto 3:24... nos topamos con otro de esos momentos musicalmente inspiradísimos que pocos rivales tienen en su género. Solo una palabra puede venirte a la cabeza con esta clase de música: épica. Quiero decir, ¿Cómo puede llegar a ser tan majestuosa esta propuesta? En Suecia además, lugar en el que tanto el death como el black crecían por aquellos años con inusitado éxito. Sin dudas Candlemass estaba bastante mezclado con la escena extrema pero... no deja de impresionar su poso malvado y épico en todo momento. The Bells Of Acheron, vuelve a recordarnos a la escuela de Iommi con el riff básico que luce, y... realmente: ¿Acaso Messiah Marcolin no tiene cierta similitud a Ozzy en su timbre vocal? Eso sí, con mayor rango vocal y técnica de canto (me perdonarán los fans incondicionales del Madman).
Cerrando la edición original de esta opus magnum tenemos Epistle No. 81, que refleja cierta similitud con Samarithan de Nightfall. Jan Lindh acompasa marcialmente como si de una marcha fúnebre se tratara, y los hachas tejen una atmósfera oscura y ciertamente deprimente para así dejar a Marcolin (una vez más) lucirse, en este caso recitando un poema de Carl Michael Bellman (poeta y músico pre-romántico de Suecia). La mejor parte de esta canción-despedida es el pasaje del minuto 2:51 que a partir de ahí dota de nuevas fuerzas la performance de Marcolin. Así cierra el auténtico Ancient Dreams, con sobriedad y magia por los cuatro costados. Luego... para los curiosos tenemos un tema (medley) homenaje a Black Sabbath que mezcla secciones de Symptom Of The Universe, Sweet Leaf, Sabbath Bloody Sabbath, Into The Void, Electric Funeral y (por supuesto) Black Sabbath. Es interesante este track, es de escucha recomendada esta Black Sabbath Medley, refleja porqué Candlemass suena como suena.
Como venía diciendo al principio, esto no es más que una fracción de la gran obra que Candlemass fueron liberando entre el 86 y el 89, una época que marcó y definió el doom metal para siempre. No es para menos... pues menudo rebaño de astros se juntaron aquí. Este Ancient Dreams a mi gusto llega a los mismos niveles de genialidad que su antecesor Nightfall, lo que lo transforma en un sólido 9,75 y un pleno en cornamentas (como ya apunté al comienzo de la reseña). El Tales Of Creation... no lo veo tan majestuoso pero sigue siendo una masterpiece. Pero bueno estoy desvariando, eso son otras historias a las que les llegará el momento de ser contadas...
Una delicia a degustar preferentemente solo, y con tiempo de sobra para catarlo íntegramente y sin mayores distracciones. De esos álbumes que se gozan con las letras en la mano, la caratula a tu alcance y un buen sonido en los altavoces/auriculares. ¡Ah! y una copa de vino tinto nunca viene mal. No requiere menos un trabajo de Candlemass con el magno nombre Ancient Dreams ¿Verdad?
Messiah Marcolin: voz.
Jan Lindh: batería.
Leif Edling: bajo.
Mats "Mappe" Björkman: guitarra rítmica.
Lars "Lasse" Johansson: guitarra solista.