
1. Warning Signs - 08:22
2. Stillborn - 11:57
3. History of Hell - 06:03
4. Sacred Predictions - 07:05
5. Country Doctor - 10:20
6. Tower Place - 05:25
7. Sea Hag - 14:18
https://www.youtube.com/watch?v=_qwA1sivuHo (Disco completo) se me olvidaron las claves... al rato, las coloco :P
A veces uno ciegamente cree que las propuestas extremas se han acabado y que no queda nada más que nos pueda sorprender, si llevamos un poquito en esto del metal. Pero ese pensamiento resulta un error muy común, un error en el que todos alguna vez hemos reincidido varias veces, expropiándonos voluntariamente de la posibilidad de encontrar novedad, sorpresa y el shock en el 97% de metal que queda allá afuera. Hace poco, hurgaba con asiduidad los senderos que habían dejado la huella de los míticos ‘Cathedral’ y/o todo el Doom de principios de los 90’s, y pues claro que descubrí una cosa, parafraseando a Sócrates, sólo sé que no sé NI MIERDA de metal… Aunque, su servidor sabe que jamás se deja de aprender, lo peor que uno puede hacer, es dejar de practicar este ejercicio por cuenta propia, que es a lo que llamamos, rehusarse: aprender. Y pues, volviendo al hilo, se me pone la cara de bobo cuando fugazmente me dio por pincharme el disco de los Pre Sun0))), Stephen O’Malley y PUTA compañía. Es ponerlo y sentir que suben los demonios, como si de narcóticos alucinógenos se tratasen, ¿cómo un sonido tan PERO TAN maligno puede crear TANTA fascinación?
De lo que si hay que estar seguro, es que estos tipos se tomaban las cosas sin muchas vacilaciones, y que lo que hacían lo hacían no sólo por ahuyentar masas sino por transgredirlas e incluso corromperlas sin el menor reparo alguno. Primero, lo primero, vamos al meollo del asunto: quién estaba tras este extravagante… ¿experimento?... quién fue el enfermo cerebral que reclutó a un séquito de invertebrados, para componer música que sólo agradase a las células, a los protozoos o a las bacterias? Vida unicelular sin ninguna sensibilidad de lo que es música. Centrémonos en el bulbo raquídeo del señor O’Malley y, por supuesto, su amigo de Seattle, Greg Anderson; y no únicamente trabajaron en Burning Witch sino que también podemos citar bandas de pesos pesados como Thorr’s Hammer y Goastsnake, sin olvidar el proyecto indivisible, hasta el momento, Sunn0))). Estos dos camaradas venían experimentando este sonido que Cathedral inoculó en todas las bandas post-Forest of Equilibirum. No es hasta que O’Malley conoció la música de Earth (Padres del Drone) con su mesiánico Dylan Carlson y su teoría de las frecuencias; que llevaba el concepto de monocromía a otros parajes donde el mismo O’Malley pudo ordenar sus ideas de cómo debería más o menos de sonar su estilo (Si es que a esto se le podía mentar como tal)
Para escuchar este disco hace falta poner mucho de nuestra parte, en donde quizá uno espere puentes épicos, estribillos jugosos, coros amistosos, no se halla más que caos y música muy atemperada, de mal genio y todo menos agradable. Es como si viajáramos en el tiempo, por un vórtice de gusanos, y encontráramos a Dios mezclando en el estudio los discos de Burning Witch, y como éstos se le quedasen viendo con ceño reprobatorio, expresándoles su descontento por la mezcla que ha quedado, y Dios, sin ton ni son, se monta un berrinche que suba y baje todos los interruptores de ecualizaciones y cague la pista; pero ojo, que ahora suena tal y como la oímos.
Es normal experimentar mareos en este cíclico viaje, es normal también caer en desesperación por la asmática compostura rítmica de las canciones, si uno no está acostumbrado a controlar bandas de la vieja guardia del Doom, muy difícilmente estos lunáticos le entren de un tajazo. Algunos tracks están acompañados por forzudos gritos y desgarradoras entonaciones casi simulando un cuello en asfixia. Es digno ver como una producción tan DENSA acompaña a las pistas y les agrega una fuerza TAN maligna y única, como si cada vez que se distorsionaran, añadieran más horror. Antes de que ‘Crippled Lucifer’ viera su nacimiento, sacaron un 12” que se consideró un artefacto exquisito, un pequeño y diabólico EP que respondía muchas preguntas y llenaba muchos vacíos que muchas veces se le incrustó a la banda, de ser sencilla, provocativa y hasta poco profesional. ‘Stillborn’ es una pieza que contiene aspectos que nos puede llevar más encaminados acerca de cómo se mezclaron estas ramas musicales a la perfección. Por ejemplo, en dicha canción se encuentra la distorsión que Earth solía usar para sus amplificadores; se escuchan esos neblinosos y espesos climas tóxicos con una frecuencia muy molesta y hostigadora, propicios de los mismos de Seattle. Sin embargo vemos un attrezzo intencionado por convertir las pistas en una completa tortura, mas no por ello deja de ser un deleite ágape.
Donde sí puedo atribuir un signo de notable valentía (Aunque ya sólo tener los huevazos para sacar un disco así amerita toda valentía habida y por haber) es que aparte de meter a olas de cemento la frecuencia molesta ésa, el vocalista se mete astillas en la garganta y en un mal intento de sacarlas presurosamente, se daña la laringe cantado a coplas algún extraño soliloquio abrumador. Esas voces se apilan en un sordo y cagador griterío espeluznante. Ojo, que varían de colores vocales mediando tinglados, algunos undívagos sonidillos que me suenan por ahí, y, de cuando en cuando algunas mixturas mero achicharrantes.
Eso sí, si de una canción tuviéramos que hacer larga liturgia, obviamente que sería de la espectral y capsular ‘Sacred Predictions’ Primero por su turbulento y rítmico andar, segundo por su break a deshora, tercero por su ingenuidad y maldad, cuarto por su talento cadencioso; ese que muestra una despreocupada y ligera sensación de destruir con bases rítmicas y menos cambios. Es un hecho. Se complementa perfectamente la estructura de melodías y motor rítmico como pocas veces se ha visto. Y no me dejarán mentir, porque en esta canción se hace un pequeño homenaje (Aunque de pequeño solo su duración, no obstante su material inherente, por ello su esencia, es grande. Así como lo oyen, grande) estas estalactitas a las que hago referencia se encuentran en la primera introducción del Disco ‘Pentastar’ de los mentadísimos Earth. Disco que pro cierto estaba oyendo semanas atrás y pensaba: pero qué cosa más rara, eh, pero cómo fascina esta jalea… pero descompuesta.
‘Country Doctor’ es quizá para mí el track que se deja de miramientos. Es que una cosa diré: en la mayoría de secuencias y espacios que el disco brinda, uno puedo supernotar que están trabajando con armonías aún, con mucha estructura Doom y no tan Drone (Aunque suene tonto señalarlo) Y es que en ‘Country Doctor’, no sé si es por ser las últimas, se atreven a comerse el disco de un bocado. Resplandece la eterna disposición para entregar trozos de metal fundido cual sílice se tratase, ese que quema las capas de los pulmones. Lo dicho, una canción con guitarras ultradensas, con nada de tranquilidad, puro caos, rabia y estruendos ralentizados. ‘Tower Place’ es un juego de riffs, tal como lo hacía el ya aburrido mentado Earth. Pero es que entiéndase que Burning Witch era Earth con alguna manita de tigre y con vocales fieras y ambientes más que tétricos, heredados del black metal. En fin, su oído les agradecerá mucho esta escucha, muy saludable.
Pero bueno, ahora si tenemos que hablar de tú a tú con Satanás sentado en el banco de los culpables y nosotros viéndole con cara de perro, a que no nos haga nada. Porque lo último que se viene es una canción de casi cuarto de hora, con la bruma hasta saliéndose del compacto y con la llovizna negra cayendo en el cuarto mientras escribo esta reseña. Es pues, porque dejaron lo mejor para el final… una dimensión que se abrió y salieron todos los espectros para calamitar nuestras existencias. Oh, qué pobre destino el nuestro, colegas. La asmática andadura de esta canción es preocupante, aquí se puede ya hablar de Drone de primerísima clase, con un tipo desgargantado y lloriqueando por quién sabe qué… quizá lloriquea de la felicidad de que esos truhanes se han metido en nuestra dimensión, así es, esos demonios poniendo todo patas arriba.
Aquí ya podemos hablar de mareos, de alucinaciones, de constantes acelerones del corazón (Y no les estoy mintiendo, ni exagerando un poquitín) Quizá es un efecto similar a lo que me causó hace poco el Absolutego de Boris, sin embargo éste último lo compusieron alienígenas para leer los fractales de la naturaleza, las putas huella digitales de Dios escritas por alienígenas. Y así termina un disco que ahora sólo en el underground se le tiene estima y aprecio amplio. He dedicado estas insignificantes líneas a una banda que más que un ente obligatorio para el género Drone, es una belleza para la música: por el rompedor estilo de desaparecer cánones, por destrozar el concepto de música como tal y, CLARO, por crear la materia oscura, maldición.
Edgy 59: Voz, Samples.
Stephen O'Malley: Guitarra
G. Stuart Dahlquist: Bajo
B.R.A.D.: Batería (Tracks:1-3)
Jamie Sykes: Batería (Tracks:4-5)