
1. Whiskey River
2. Rocking Man
3. Rolling Home Again
4. Make Me Happy
5. Hot as a Docker's Armpit
6. Drugstore Woman
7. Bottled
8. Young Is a World
9. Stranded
Qué, chavalada ¿Hablamos un poco de Budgie? Porque… no se vosotros, pero mi sensación es de que no los tratamos lo suficiente y… aunque sé que son una agrupación algo durilla y que queda en tierra de nadie (entre el rock y el metal, entiéndase), no dejan de ser leyendas de nuestro mundo.
Recordemos que Budgie son una agrupación de las que crearon escuela e inspiraron a decenas de bandas. Por supuesto nadie niega que Budgie están a muchos peldaños de distancia en materia de relevancia y repercusión respecto a otros coetáneos como Black Sabbath o Judas Priest, pero la realidad es que estos tipos estuvieron en la misma puta trinchera que los de Iommi y Downing. De hecho: Budgie compartieron el mismo productor que los Sabbath y Judas en sus primeros años de vida. El productor al que le debemos el cojonudo sonido del Black Sabbath, Paranoid, Master of Reallity y Rocka Rolla. Hablamos del productor Rodger Bain. Y este señor (porque es vetusto ya obviamente), como venía diciendo, produjo también el debut de Budgie (1971), "Crash Course in Brain Surgery" en el In for the Kill! (1974) y este Squawk que hoy va tocando (de 1972). Ojito que esta obra se parió antes de que los Judas osasen debutar con su todavía embrionario Rocka Rolla ¿ah? Y ya sonaban en esencia bastante más duros y pesados de lo que sonarían los sacerdotes en aquel entrañable debut de la chapa.
Pero ¡hey! Que esto no es una carrera ni una competición de nada, el punto es que Budgie por aquellos inicios de los setenta eran de lo más durote que te podías tirar a la cara, junto con Sabbath y los (también olvidados) Dust seguramente. De todos modos, centrándonos más en este Squawk, he de comentar que aquí Budgie continúan la senda de su debut, jugando con el hard rock, algo de progresivo y… empollando (nunca mejor dicho) el huevo del heavy metal; califiquemos por ello a este pequeño bulto como “proto-metal” por tanto. Porque… sí. Cumple con ese apelativo con todas las de la ley. Ya lo hacía en el debut… no iba a hacerlo el Squawk también… please. Por supuesto este segundo lance no aúna la dureza cortante del afamado Never Turn Your Back On A Friend, pero como vengo explicando: sí que allana el terreno para la gran descarga.
Posiblemente, a poco que controles este Squawk de los galeses, tendrás en cuenta la canción Young Is The World, que viene a ser una de las piezas más completas del álbum, aunque también es cierto que tiene un fuerte olor al prog rock que cocinaban otros músicos de por aquel entonces como King Crimson (detalle que se nota mucho en los teclados). Por otro lado ahí están los pasajes de cuerda, que hacen fuerza juntos y redoblan el empaque marcándose unos riffs bastante heavies a lo largo de la pieza. Incluso el solo de guitarra (cortesía de Tony Bourge) me parece un atrape. No es que sea excesivamente melodioso o elaborado, pero tiene un feeling… un alma… no sé, tiene algo que no logro definir pero me encanta. De todas formas, también están ahí otras cancionazas como las que abren el Squawk: Whiskey River y Rocking Man. Ambas bastante potentes también. No dejéis de analizar la música sin perder de vista ningún instrumento, es cojonudo ver cómo se compenetran y juegan unos con otros. Destacar de estas sobre todo el pasaje del minuto dos de Rocking Man, que parece querer recordarnos a Race With the Devil (1968) de los también injustamente denostados Gun (los ingleses, ojo).
Pero eh, que todavía hay más miga que rascar ¿ah? Porque ahí tenéis la final Stranded con los míticos “canturreos de periquito” de Burke en cierto pasaje (detalle muy de su debut, por cierto); siguiendo las melodías de guitarra de Tony Bourge. La instrumentación hay que decir que suena bastante compacta. También están Rolling Home Again (muy The Beatles y light ella), Hot As A Docker's Armpit, que… pedazo riffs y ritmos tiene la jodida; es un descacharre de seis minutos. Y no olvidemos la rockera Drug Store Woman, que juega mucho con el feeling y el buen rollo pero… con dueza y hierro a su vez.
No sé si a día de hoy anda de moda Budgie, pero desde luego para los amantes del rock más duro de los setenta… esta gente son imperdibles. Imprescindibles. Como el dólar de plata para el coleccionista de monedas o el cuarzo para el que atesora minerales. Y… aunque este Squawk no sea el mejor trabajo de Budgie (bien lejos está de su superdotado hermano menor Never Turn Your Back On A Friend), no deja de ser uno de esos trabajos que hay que analizar minuciosamente sacándole toda la miga. Porque no sé si se ha notado a lo largo de esta crónica, pero Squawk tiene miga de sobra.
Yo a este segundo álbum de estudio de Budgie le pongo tres cuernos enormes. Cuatro si se quiere. Un 6,75. Squawk podría ser mejorable… podría tener más garra y/o un sonido más grueso… pero es cojonudo tal como es.
Ray Phillips: batería y percusión.
Burke Shelley: voz, bajo, melotrón y piano.
Tony Bourge: guitarras.