
1. Diamonds and Dirt
2. Passion
3. It's Only Money
4. Mail Box
5. Running Back
6. Texas Wind
7. Devil In My Soul
8. Do it Till we Drop (Drop It)
9. Blues Boy
10. That's All
11. 10 Miles to go on a 9 Mile Road
12. Running Back (Slow Version)
13. Ain't Got No Money (Bonus Track)
Y de “Fast” Eddie Clarke al hombre que ocupó su puesto. Brian Robertson sólo grabó un álbum junto a Lemmy en Motörhead, pero ¡vaya álbum! “Another Perfect Day”, una de esas criaturas gestadas durante un periodo de confusión en la carrera de una gran banda, abortos vocacionales de los que sus padres en principio reniegan, y que el tiempo y el análisis terminan por colocar en el lugar que les corresponde. “Mötley Crüe”, “Born Again”, “Rock in a Hard Place”… tenemos muchos ejemplos de esta prole de fenómenos.
Cuenta la historia que Brian Robertson entró en Motörhead por indicación de Philty “Animal” Taylor, fan confeso de los discos que el escocés grabó junto a Phil Lynott, Scott Gorham y Brian Downey en Thin Lizzy. Qué duda cabe que al batería le tenían que gustar todos los legendarios vinilos que el cuarteto irlandés registró en la década de los setenta, hablamos de Thin Lizzy, una de las tres o cuatro mejores bandas de Rock que ha existido.
La afición a las peleas y a la priva, por las que Robertson era famoso y que le habían costado el puesto en Lizzy, debió convencer también a Taylor, un tipo que se jactaba de vestir siempre de negro para que así no se le vieran las manchas en la ropa, quien encontró en Robbo al perfecto compañero de viaje. Lemmy no era un santo, pero tenía clara la disciplina y entrega que exigía su banda, y nunca conectó con el aspecto conflictivo de su nuevo guitarrista.
Ya junto a Phil Lynott había sorprendido que un tipo con un carácter tan arisco como Robbo fuese capaz de componer y tocar con la finura que demostró en canciones tan especiales como “Still in Love With You”, “Dancing in the Moonlight” y demás, pero se trataba de un guitarrista excepcional, y aportó a los temas de “Another…” un nuevo enfoque, una mayor complejidad estructural, con desarrollos y progresiones de acordes mucho más elaboradas que los zarpazos heavy-punks de los anteriores Motörhead, ofreciendo como resultado ese disco único en la trayectoria del trío.
Y una cosa es cierta: Durante el “Another Perfect Tour”, la mayor parte del repertorio se centraba en el nuevo disco, prueba de la fuerte personalidad de Robertson, que se impuso a Lemmy, y la gira a nivel musical fue un éxito. Durante años ha circulado un bootleg muy famoso para los fans de la banda, el “Live 1983” grabado en Sheffield, Motörhead tocando un repertorio renovado: “Dancing on your Grave”, “Marching Off to War”, “Back at the Funny Farm” y demás maravillas, ni rastro por una vez de las habituales “Overkill” y compañía.
De manera inesperada, hace ya unos cuantos meses, Robbo publicó este “Diamonds and Dirt”. Comparte disquera con el nuevo de Fastway –SPV/Steamhammer, habría que hacerles un monumento a estos tíos por su labor de distribución del Metal europeo-, y una vez más nos vuelve a sorprender, por la clase y el estilazo que desprende esta colección de canciones que se mueven entre el Hard Rock más sofisticado, el blues con raíces Honky Tonk, el Soul, el Rock & Roll, y un montón de géneros.
Si señor, Brian Robertson ha llamado a unos cuantos colegas de perfil medio –aquí tenemos al batería de Europe, Ian Haugland, y al sueco Leif Sundin, asalariado ocasional del MSG-, y ha grabado un pedazo de disco fabuloso, mucho más impactante que el de Fastway, si bien la variedad de estilos puede dejarlo en tierra de nadie.
“Eat Dog Eat”, la nueva entrega de Eddie “Fast” Clarke, es más discreta, pero captará la atención de los seguidores del Hard/Heavy nuevos y de toda la vida sin problema, y garantiza a su creador un puesto en Wacken o Sonisphere el año que viene.
Robertson, en cambio, fiel a su forma de entender la vida, ha tirado por la tangente y regalado un disco lleno de pianos que secundan y doblan los punteos, voces femeninas, feeling rocanrolero y vaciladas boogie, con vibrante y excelente sonido, y una labor solista impecable.
Ahí tenéis el title track “Diamonds and Dirt”, perfecta pieza de apertura, envolvente rock convencional con una melodía vocal preciosa, las casi sureñas “Devil in my Soul”, “Do it Till we Drop (Drop It)”, “10 Miles to go on a 9 Mile Road” con ese irresistible registro vocal, la fabulosa “Texas Wind” con cambio de tiempo en el solo de guitarra, el toque negroide interesantísimo en “Passion” y sobre todo “Mail Box”, el rock más endurecido de “That´s All”, esa “Blues Boy” donde Brian se desmelena a gusto con las seis cuerdas…variedad y calidad a raudales, que se completan con dos aportaciones actualizadas de Thin Lizzy: “Running Back” del 76, e “It´s Only Money” del 74, rescatadas respectivamente de los históricos “Jailbreak” y “Nightlife”.
En el extra “Ain´t Got No Money”, por cierto, colabora nada menos que Rob Lamothe, otro de esos currantes desconocidos del Rock and Roll, cantante de Riverdogs, la banda que Vivian Campbell montó en 1990 tras abandonar Whitesnake y antes de implicarse en el proyecto Shadow King junto a Lou Gramm.
Hablando de vocalistas, sobre Leif Sundin me viene a la memoria una anécdota graciosa: Sundin grabó junto a Schenker el “Written in the Sand” en el 96, y en 2004, durante el tour de “Aracnophobiac”, tuvo que sustituir puntualmente a Chris Logan, el entonces cantante de MSG, porque otro miembro del grupo –no se nos dijo quién- ¡le partió la boca de un puñetazo!- Delirante. Como si los genes pendencieros de Brian Robertson flotaran en el aire y contagiaran a todo aquel que se involucra en sus aventuras.
Si tenéis ocasión de verle en directo yo no me lo perdería, pero cuidado a la hora de pedirle un autógrafo, que este tío es de Glasgow, y allí se saludan dándose cabezazos en la frente.
Brian Robertson: Guitarra, Voz, Teclados, Bajo, Percusión
Ian Haugland: Batería
Leif Sundin: Voz
Nalley Påhlsson: Bajo, Coros
Rickard Jakobson: Percusión
Chris Antblad: Piano
Olaf Gustafsson: Dobro
Rob Lamothe: Voz en track 13.
Liny Wood y Ellinor Alm: Coros