Banzai - Banzai

Enviado por Onán el Mar, 08/05/2007 - 09:00
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Ya tardaba en hablar del que fue mi grupo español favorito en los 80, ¡Banzai!, grupo que sufrió en sus carnes los trompicones típicos de la época: cambios radicales de formación y de compañía de discos, discografía escasa, altibajos varios, separación por hastío, desbandada y nuevos proyectos que se inflaban como pompas pero en su mayoría tampoco cuajaban, vuelta a empezar... qué tendría el mundo musical de los ochenta que fueron pocas las formaciones que aguantaron más de tres o cuatro discos. Me atrevería a afirmar que discográficas, mánagers y demás satélites de la música veían ésta como una lotería en la que simplemente se triunfa o no, y que los propios músicos se dejaban llevar por esa corriente, al grito de "si no me contratan, no existo; y si me contratan pero no vendo un mínimo de tanto, desapareceré". Esta mentalidad la he visto en músicos de mi alrededor hasta hoy en día, pero afortunadamente parece que empieza a esfumarse con los nuevos tiempos. Quizá todo el rollo de internet y sus consecuencias (bla, bla, bla...) esté trayendo consigo una vuelta a la normalidad, a la música como fin en sí mismo.

Pero yo venía a hablar de mi libro, vale ya de divagar. Dijo Chus Lampreave: "Pero no quiero aburrirle con mis historias..." y le contestó Torrente: "Gracias, señora. ¿Dónde está el váter?"

Banzai fue un proyecto del virtuoso guitarrista Salvador Domínguez, que ya había grabado un par de cosas por su cuenta y había prestado también sus servicios a más de un grupo o solista como mercenario del metal y cual. Bueno, mejor dicho del rock hispánico pre-metalero. Hispavox les contrató, y grabaron en 1983 esta maravilla de disco rockero y desatado, pero a la vez compuesto y arreglado con mucho mimo y mucho saber hacer. La forma en que la guitarra va mandando en todo momento es propia de un trabajo fino. Sin renunciar a la distorsión y a las quintas por doquier, Salvador las combinaba con arreglos de todo tipo, propios de un guitarrista excepcional, siempre tan correcto y a la vez tan arrollador. Cada detalle estaba trabajado hasta tal punto que se podría escuchar en plan Manolo Kabezabolo originario: sólo las pistas de guitarra y voz, y seguro que seguiría sonando la mar de completo. Ni que decir tiene que la base rítmica era también fina-fina, eran todos músicos de los buenos.

El disco alterna canciones rápidas y furiosas como Voy a tu ciudad o Coche rápido en la noche con otras tranquilísimas como Amigo, No te enganches o Tu real salvador, y tanto las unas como las otras destilaban sinceridad e ingenuidad rockera de la más tierna, expresada en el lenguaje adecuado para los destinatarios de las canciones. Para que nos entendamos, contienen frases como ésta: "Sé decidido como un acorde en sintonía de buen rock and roll, y en tus movidas, a tus colegas no des el palo, funciona legal". ¿? No sabe uno bien qué tendrá que ver el culo con las témporas, pero estaba muy bien dicho y, en su contexto, llegaba al corazón con gran facilidad. A esto ayudaba enormemente la voz de "El Chino", cantante muy expresivo y cálido, que atacaba las canciones con gran entusiasmo pero sin chillar; y sobre todo, con mucho cariño y cercanía, con las que conseguía distraer al oyente de lo finolis de unos arreglos tan "Ferrero Rocher". No se ha visto después por aquí ningún cantante de estas características, y en el segundo disco del grupo ya no estaba él, sino el "cantante heavy normal" Manzano. Esto hace de Banzai una joya única, un disco irrepetible que no es que produzca melancolía, es que es melancólico en sí mismo.