Bad Brains - Bad Brains

Enviado por BlackStorm el Lun, 11/03/2019 - 17:00
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1. "Sailin' On" - 1:55
2. "Don't Need It" - 1:07
3. "Attitude" - 1:19
4. "The Regulator" - 1:08
5. "Banned in D.C." - 2:12
6. "Jah Calling" - 2:31
7. "Supertouch/Shitfit" - 2:31
8. "Leaving Babylon" - 4:10
9. "Fearless Vampire Killers" - 1:07
10. "I" - 2:05
11. "Big Take Over" - 2:57
12. "Pay to Cum" - 1:25
13. "Right Brigade" - 2:27
14. "I Luv I Jah" - 6:22
15. "Intro"

Disco completo

Hoy toca levantarse con la frente en alto, cargando con la cruz de nuestros ancestros que lo dieron todo para que en futuro nos viéramos beneficiados de una vida digna. Un brindis y un trago cargado por ellos que con su sudor en frente y sin descansar un segundo nos liberaron. Hoy es el día, de hacer homenaje a nuestras raíces.

Así como hubo una primera forma de vida, un organismo unicelular del que fuimos todos descendientes, también existió en Maryland un magnífico grupo que se iba gestando. En pleno auge de la nueva ola de punk newyorkino, y confrontando irónicamente todos los esquemas de un género que se trata justamente de eso, de protesta y confrontación, aparece Bad Brains. No había banda de punk más virtuosa y veloz que estos muchachos a finales de los 70s. Se preocupaban por tocar bien dentro de una comunidad que se distinguía por no importarle un carajo nada. Encima se trataba de un grupo de personas de color en un género dominado por blancos, con rastas, que venían de tocar jazz, funk y que posteriormente incluirían reggae en el punk, por primera vez en la historia. Ya esto no era nadar contra corriente, era hacerlo contra tsunamis simultáneos que venían uno tras otro embistiendo contra ellos.

Combinar punk, con estructuras de jazz y reggae influenciados con esas creencias rastafarians. Mientras todo el mundo estaba escribiendo sobre odio y rabia, ellos cantaban sobre “una actitud mental positiva”. Muy similar a ese movimiento en contra del abuso de sustancias llamado “Straight edge” que iría a estandarizar sus colegas contemporáneos Minor Threat. Y es que, si nos ubicamos en el contexto histórico, el panorama pasa a ser aún más impresionante. Ser punker a finales de los 70s y principios de los 80s, era literalmente poner tu vida en riesgo, para la gente eran considerados escoria, eran vistos como patos en temporada de cacería. La gente en los clubes de DC quería escuchar New Wave y la música mainstream de turno, no a los marginados y alborotados del tan underground punk. De paso entonces eran negros, para terminar de demostrar que Bad Brains iban en definitiva a romper cualquier barrera, creando de por si una banda anti-género y cero estereotipada.

Inicialmente llamados, Mind Power y formados como una banda de jazz-fusión en 1976, estaban desde entonces siendo influenciados por los pioneros del heavy, Black Sabbath, así como otras corrientes alejadas del rock, como la música de Bob Marley. Sin embargo, el mayor punto de inflexión fue cuando Sid McCray (quién sería el primer vocalista de la banda) los introdujo al punk rock americano. Para cuando H.R (Human Rights) se había unido al grupo, ya estaba compuesto por auténticas leyendas, que, aunque tenían influencias muy variadas, tenían lo justo y necesario en común: esas ganas de ser escuchados y acabar con todo a su paso expresándolo con una energía que todavía hoy más de 30 años después sigue retumbando en oídos de nuevos y veteranos, con una frescura que hace cuestionarse a quien sea si fue por arte divina que se dieron las condiciones justas para el nacimiento de tan peculiar agrupación. Eran –aparentemente- la banda menos punkie por ahí fuera, pero en attitude ya ni hablemos, porque tenían una voluntad robusta y una vivacidad que definiría varias generaciones venideras.

Como dije, para cuando se lanzó este homónimo, estaban compuestos de leyendas vivientes. El mundo no estaba preparado para una voz como la de Paul D. Hudson (HR), tan fervorosa, carismática y con tantas buenas vibras que era irresistible. Escucharlo gritando en el micrófono es sinónimo de caer rendido exigiendo casi en tono masoquista “¡dame más!”. La voz más atractiva y con mayor magnetismo de todo el hardcore sin ninguna duda. Nadie jamás cantó de esa forma en el género como lo hizo este hombre. Y eso que estoy hablando solo de sesiones de estudio, porque es bien sabido que hacían mover esqueletos en D.C, creando alborotos y caos en los locales, a tal punto de que fueron baneados (lo que terminó llevándolos a reubicarse a Nueva York), hecho que terminó transfigurado en una canción de este mismo disco (Banned in DC), clásico instantáneo dentro del punk americano.

Pero pasa que ese carisma, continúa más allá de las vocales. Poquísimas bandas tienen una sinergia tan compacta. Cuando tocaban se transformaban en un mismo ente que creaba música digna de dioses. Lo de Dr. Know fue una lección que aún tantos años después sigue manteniendo un legado innegable. Con su guitarra fue capaz de sonar con tanta energía como la desbordada cada día por el sol y aun así manteniendo siempre las emociones en su estado más crudo, así como el virtuosismo. Toda y cada una de sus influencias (heavy metal, rock, reggae, jazz, punk) está trazada perfectamente en esas estructuras y riffs, que son mucho más enrevesados de lo que estaba uno acostumbrado. Eso de que el punk es simple y son dos acordes sencillitos repitiéndose es otro estigma que se va a la basura con Dr. Know. Además, creer que la influencia que ha tenido este disco se queda exclusivamente limitada al punk es estar más perdido que el sobaco de una serpiente. Este homónimo penetró desde las sombras en toda la música y cultura en general.

Y lo mismo pasa con la base rítmica, Earl Hudson para su tiempo era una auténtica bestia parda. Tocando unos ritmos a vanguardia por su rapidez y parecía hacerlo con toda la naturalidad del mundo. Este señor elevó el género a nuevas dimensiones y abrió el portal del infierno (o del cielo, como quieras verlo). El mismo Dave Grohl ha confirmado que los fills que usa en Smell Like Teen Spirit fueron emulados de lo que aprendió en su día de Hudson, irónico porque Bad Brains nunca tuvo ni una milésima de la fama que tuvo Nirvana. Sin embargo, esa forma tan energética de tocar no solo limita su influencia al grunge, hablamos de inicios de los 80s, pleno desarrollo de otras corrientes hardcoretas incluyendo también el thrash metal que estaba ya a punto de florecer.

Porque sí señores, no solo eran parte de un movimiento contra corriente y a la vez desafiado por ellos mismos con todas sus excentricidades, también eran pioneros de lo que se llamaría luego DC hardcore. El sub género del punk en América estaba surgiendo de una forma cuanto menos curiosa, lo hacía en varios puntos simultáneamente (Los Ángeles, Boston, New York, DC) pero cada movimiento con diferencias significables, tanto en la subcultura que desarrollaban como en la música per sé. Comenzando por los datos demográficos, solo en DC había afrodescendientes tocando hardcore además de que la mezcla de reggae y punk solo era posible en esta ciudad, porque en ese entonces había mucha gente de las islas del caribe escuchándolos tocar en los clubes e incluso de allí tomaron parte de sus influencias rasta sobre el amor y la inclusión. También influenciaba la dificultad que presentaban para ser escuchados, a diferencia de otras ciudades (como Nueva York) no había tantos lugares dedicados ni emisoras de radio y era sustancialmente más dificultoso salir adelante.

Por muchas otras cosas, la escena de DC terminó siendo una de las más importantes dentro del panorama incluso internacional y con ello Bad Brains llegando al top de las bandas más influyentes de la historia. Desde Slayer, hasta Rage Against the Machine, o System of a Down, Ministry, White Zombie, Nirvana, Beastie Boys, Janes Addiction, Deftones, Sepultura y un sinfín de bandas. Todos reconocen haber tomado algo de ellos, creando un legado que ha ido creciendo con la lentitud de un suero de miel de abeja, pero que logró ser gigantesco a final de cuentas.

Ya si hablamos de la música que contiene el plástico (aunque en sus días solo salió en casete) es una tarea un tanto rebuscada, porque lo que aquí hay es una ametralladora que nos embiste a quema ropa con clásicazos uno tras otro que nos dejan tirados boca arriba pidiendo con emoción una segunda ronda de disparos. Y cuando digo esto, lo digo en serio. Menos de dos minutos le basta a Sailin' On para subirte el ritmo cardíaco a millón asimilando desde ya que lo que se viene no es cualquier cosa, uno de los himnos más conocidos y que contiene todo lo bueno que nos encanta de Bad Brains: la garra, la velocidad, el carisma, la diversión, los buenos riffs, la contundente batería, la atrapante voz, todo. En su tiempo hasta el propio Max Cavalera le rindió su merecido homenaje a este track.

Si con el primer tema ya saltábamos de alegría, lo que sigue es para morirse. En la cabalgante Don't Need It me atrevo a decir que veo unos Terrorizer o incluso unos Repulsion primigenios con ese enmarañado riff y esos tempos veloces de la batería, a esto le aumentas la velocidad x1.5 y le pones growls y estoy seguro que surge un proto-grind a la vieja escuela norteamericana, para que vayan sabiendo quien es el dios entre los dioses. Y como dije antes, no dejan de apalearte con himnos uno tras otro, como la elocuente Attitude, ¡qué pedazo de clásicazo por el amor de dios! (esos “Hey, we got that attitude!” de HR me erizan la piel), o la intrépida Banned in D.C., hardcore duro directo a la yugular, con mucha técnica y rabia, eso hasta que llega el primer momento de calma e introspección con Jah Calling que es reggae en su estado más puro.

Aún recuerdo lo jodidamente inesperado que fue escuchar esta canción en medio de un panorama tan caótico, pero con el tiempo, uno aprende a amar este disco aún con esa mezcla tan dispar como es la de reggae y hardcore. Podrá gustar más o menos, pero las canciones de reggae que están en el disco, son bastante buenas considerando el estilo, con además ciertas pinceladas jazzeras que en lo personal me atraen mucho. Destaco sobre todas I Luv I Jah donde el performance vocal siempre me pone los pelos de punta, no puedo ocultar mi admiración por este hombre, su voz me cautiva y atrapa, debe ser la sangre caribeña que corre por mis venas que me predispone a disfrutar tan condenadamente de los tracks de reggae del grupo, pero es un tema que sencillamente me introduce en un trance en que amo estar.

De resto, trallazos demoledores, donde predomina la virtuosidad y la maestría a la que ya nos tienen acostumbrados estos músicazos, destaco al proto-thrasher “I”, con esos riffs y solos muy influenciados del heavy de entonces, también la adictiva Big Take Over (la crème de la crème) con ese estribillo super pegadizo que no se te sale del coco por semanas, o la riquísima base rítmica con las que nos deleitan con el combo bajo/batería en Pay to Cum.

A final de cuentas, alargarse más es innecesario. Bad Brains son leyenda, padres de los grandes más grandes y los pequeños escondidos en la escena underground más recóndita. Piedra angular dentro del rock en general, este homónimo está entre uno de los mejores discos de hardcore jamás concebido.

H.R. – Voz
Dr. Know – Guitarras
Darryl Jenifer – Bajo
Earl Hudson – Batería