
1. Lucero
2. Cien veces
3. Niño
4. Jamás
5. Alborada
6. El viejo torreón
7. Del cielo a la tierra
8. Los poetas han muerto
9. Madre tierra
10. Ecos de vida
Alberto Rionda tenía un sueño, hacer de Avalanch la banda mas importante del panorama musical de habla hispana de principios del siglo XXI, y a buena fe que con este “Los poetas han muerto”, cuarto disco de la banda, puso la piedra angular para conseguirlo; si lo ha hecho o no, solo el paso del tiempo y su buen hacer lo dirá, pero lo cierto es que con “Los poetas han muerto”, además de romper con todos los esquemas que cabía destrozar, nos regaló una obra de arte, admirada y odiada a la vez, que no dejó indiferente a nadie, pero tan importante en su andadura musical que ha sido el timón de toda su aventura.
La salida de la banda de Víctor García y Alberto Ardines supuso el punto de inflexión necesario para tomar la decisión de grabar este “Los poetas han muerto”. En aquel 2003 la prensa especializada dejó correr ríos de tinta (manida frase pero muy cierta), y los fans de la banda se dividieron en dos, los seguidores de “El ángel caído” y que hasta ahí llegaban y no querían saber nada mas de Rionda, y los otros, los que reconociendo la calidad indudable de su anterior disco, les hechizó la vuelta de tuerca que supuso “Los poetas…”.
Y es que una cosa está clara. Estos Avalanch distan mucho de los que grabaron todo lo anterior, y siendo siempre Rionda “el jefe”, imagino que el resto de la banda tuvo que influir mucho en las composiciones, partiendo de la base que, por ejemplo, Ramón Lage no llega ni por asomo a los agudos de Víctor García, lo que tenía que hacer necesariamente que las composiciones se adaptasen a las tesituras del nuevo vocalista de la banda, composiciones mas elaboradas, menos rápidas pero con mayor diversidad de ritmos, menos épicas pero mas intimistas, y todo ello, desde luego, sin dejar de sonar a Avalanch.
Lo primero que llama la atención es la portada, bella como ninguna otra, con esa lágrima ensangrentada de una bonita mujer que parece temer por su propia existencia. ¿Quizá Rionda temía por la supervivencia de la banda? ¿Es un llanto por la madre tierra? ¿Lo es por los poetas?, que cada cual saque sus conclusiones pero la portada es fascinante.
“Lucero” abre el disco y desde luego es el tema que nos da a entender que algo ha cambiado en Avalanch; ¿Dónde están los temas épicos y rápidos? ¿Dónde queda el power metal al que nos tenían acostumbrados?, atrás… todo eso quedó atrás, y “Lucero” nos cuenta la historia de un amor ciego… solo pensar que el pelo de tu amor huele a jazmín ya es toda una oda al amor. Pero es que musicalmente hablando es preciosa, un punteo de Rionda abre el tema para deslizarse con un teclado que da entrada a la voz de Lage que va como anillo al dedo a esta canción, como le va a todo el disco, y hace que nos olvidemos de Víctor García desde la primera estrofa.
A continuación, “Cien veces”, que quizá se acerca mas a los Avalanch de “El Ángel Caído” y en la que parece que Rionda quiera dedicar una palabritas a sus excompañeros “… he de admitir que me engañaste… te presento mis heridas… cien veces caído… cien veces me levanté… no dudo en continuar, sin mirar atrás”. Hmmm. “aquí huele como que han fumao” que dirían Koma. Pero bueno, eso es al fin y al cabo la música, un sentimiento, un cauce para expresarnos, y si Rionda estaba mosca con sus excompañeros, pues que mejor forma de comunicárselo que a través de lo que mejor sabe hacer, componer excelentes canciones.
Como excelente, soberbia, magistral es “Niño”, la inocencia de un bebé plasmada en una canción que bien podrían haber escrito los mismísimos Dream Theater; metal progresivo por doquier, cambios de ritmo aplastantes, contratiempos, melodías inimaginables, todo un homenaje al buen gusto, canción imprescindible para cualquier amante de Avalanch; como anécdota cabe decir que la voz del mal es la de Santi Fano (vocalista de AngelDark) “enséñame tu otra mejilla.. me gustaría verla…” espectacular.
“Jamás” es otra vuelta a los sonidos Avalanch mas antiguos pero con un plus de progresividad del que realmente está impregnado todo el disco. Gran trabajo de Rionda y desde luego, Lage continúa haciendo olvidar a García, él es diferente, lo sabe, y lo utiliza.
“Alborada” es la balada, la canción de amor, la declaración de los sentimientos, la lágrima posada en su mejilla… ternura musical, piano y Ramón abrazando con su voz, maravilloso tema que nos transporta al mundo de las emociones mas intensas.
Llegamos a mitad del álbum, y no tenemos más que quitarnos el sombrero, hacer una reverencia y celebrar con vítores y alegrías la llegada de “El viejo torreón”, tras una entrada suave, lenta, como prolongación de “Alborada”, comienza la caña… “anhelo veeeeeer el horizonte..” Obra maestra, con Ramón dándolo todo, rasgando sus cuerdas vocales y un estribillo de esos que se te quedan y no puedes dejar de tararear durante semanas.
“Del cielo a la tierra” es la primera de las dos canciones en las que colabora el prolífico André Matos (Angra, Shaaman), con una base mas potente, con mayor protagonismo de Francisco Hidalgo al bajo, y en el que desde luego, Matos y Lage hacen una dupla excepcional (resulta curiosa la pronunciación de Matos, joder, que mas que portugués parece que hable francés).
El tema homónimo al disco también nos trae una pizca de los antiguos Avalanch, pero claro, pasada por el tamiz de la voz de Ramón en una canción a medio tiempo que tal vez se hace un poco monótona debido a su larga duración.
Guitarra y batería cañeras y aplastantes para abrir “Madre Tierra”, caña que sin embargo se va diluyendo a lo largo de todo el tema, salvo en el estribillo. Participa en este tema, de nuevo Matos y un músico marroquí, Jbara, a quien sinceramente desconozco.
Acaba el disco con “Ecos de vida” una estupenda balada que más parece una nana que otra cosa.
Quizá no sea el mejor disco de Avalanch en cuanto a caña, pero la inclusión de “Niño” y “El viejo Torreón” es suficiente para catalogar al disco como de necesaria escucha.
Es necesario convenir en que este es el disco mas importante en la carrera de los asturianos ya que supuso un cambio de estilo, un cambio de expectativas y un cambio de proyección a nivel internacional; en efecto, en 2005 regrabaron todo el disco bajo el título de “Mother earth” , que incluso tenía mas fuerza (se dice que regrabaron la batería) y en el cual se incluía una exquisita versión del “Where the streets have no name” de U2.
Avalanch cambiaron su concepto, y con él, y con una sólida formación que dura hasta hoy, nos han entregado pasajes históricos de metal en castellano.
Ramón Lage: Voz
Alberto Rionda: Guitarra
Daniel León: Guitarra
Francisco Fidalgo: Bajo
Marco Álvarez: Batería
Roberto Junquera: Teclados