
1. Crush the Cenotaph
2. Rite of Shades
3. Abomination Echoes
4. Thoughts of an Atheist
A lo largo de los ochenta fueron apareciendo los padres de lo que llamaríamos el Death Metal. En América despuntarían Possessed, Death/Mantas, Morbid Angel u Obituary entre otros muchos… sin embargo, en Europa, el viejo continente, cuna de las primeras repúblicas, el pensamiento occidental y la revolución industrial, la cosa crecería (casi) paralelamente aunque de forma un tanto más difusa. Por ahí andan bandas como Bolt Thrower en Reino Unido, junto con Carcass o Napalm Death, que sin tocar realmente Death Metal, influyeron como si lo tocasen. También estaba la escena sueca (¡Bendita Suecia!), la finlandesa… y sí: la holandesa. A esta última le debemos clásicos como Pestilence, Gorefest, Delirium, Sempiternal Deathreign y, por supuesto, los gigantes Asphyx.
En el caso de estos últimos colosos, cabe destacar su época dorada que se resume en The Rack y Last One On Earth (1991 y 1992), sacados bajo el sello Century Media Records cuando Martin van Drunen se unió a ellos tras su salida de Pestilence. ¿Pero qué pasa? Pues que esta gente no salió precisamente de un agujero del suelo con un contrato de Century Media. No consigues ser fichado por un sello de estas características por mandar una cordial carta a su sede en Dortmund (Renania del Norte-Westfalia); tienes que tener un background detrás, ¿sabes? Y así fue como se lo terminarían montando Asphyx para “casarse” con semejante titán discográfico.
En 1989, Asphyx eran todavía una agrupación con cierta inestabilidad en su formación. La única constante parecía ser Bagchus como batería y un tal Tony Brookhuis a la guitarra. Por aquel entonces la banda llevaba dos maquetas a sus espaldas y sus maneras comenzaban a tomar forma. Eric Daniels entraría ese mismo año y diría al respecto tiempo después: "Con la alineación de cuatro miembros entramos en el (Poort van Kleef) Studio en Almelo (Holanda). Un buen estudio en un sótano… sin ventanas… un ambiente perfecto para grabar Doom Death Metal en su forma más pura. Por aquel momento el Death Metal era nuevo, polémico (“confronting”) y raro para el ingeniero de sonido y demás trabajadores en el estudio. Ellos nunca habían oído semejante tipo de música… nunca habían oído esa clase de voces antes, pero demonios… Lo hicimos! En esta demo de cuatro piezas nació el sonido clásico de Asphyx".
Así de claro. Estamos entrando en territorio aventurero, colegas… nos estamos midiendo con el Crush The Cenotaph de los putos Asphyx. El EP no, la demo nada menos. Y cómo debió ser esa ofrenda en aquel año, que antes de que este terminase tendrían una oferta con Gore Records y venderían cosa de cinco mil ejemplares por todo el mundo. Eric confiesa que no esperaba colocar más de doscientos… y terminaron siendo veinticinco veces más de lo esperado. Los agradecimientos de dicha creación comienzan: ”Agradecimientos a Euronymous de Deathlike Silence y a Mayhem, y a Jon ‘Metalion’ Kristiansen y padrino del gore y su mítica revista Slayer Magazine. (…)” seguidos de dilatadas menciones a numerosas personalidades de la época, tanto miembros de bandas como Carcass, Grave, Autopsy, Treblinka o Rotting Christ como a otros escritores de revistas y fanzines. Líneas y líneas… puro underground, chaval. Haciendo Death Metal en los ochenta no se puede esperar otra cosa pero… es más que eso. Se hace vigente que los Asphyx se movían en los círculos secretos carteándose con personalidades de todas partes del orbe e intercambiando demos, discos y lo que hiciese falta. Por otro lado, solo eso puede justificar el que unos jovenzuelos neerlandeses pudieran crear algo tan original, genuino y único como lo es Crush The Cenotaph a tan tempranas fechas.
Por supuesto, no dispongo de un cassete original, sino de una versión remasterizada cortesía de Dave Rotten y su sello Xtreem Music, que tuvo a bien re-lanzar esta infame y olvidada criatura en formato LP como parte de su saga de reediciones “DeathCult”. Y ya os lo adelanto: de todas las piezas de esta nueva colección, Crush The Cenotaph es la mejor hasta la fecha, seguida de cerca (y nunca sin alcanzarla) por el Grip Of Darkness de Adramelech.
Joder con el invento, colega… estaremos hablando de catorce minutos de material de sonido maquetero (sí…), de unos Asphyx que todavía tenían un poquitito más que madurar… lo que vosotros queráis. Pero no olvidemos que estamos ante la génesis de la banda más grande de Holanda. Aquella que tuvo en su redil a Theo Loomans (quien además de voz y bajo, también puso las letras para Crush The Cenotaph). Ahí andaba también Eric Daniels (LA GUITARRA de Asphyx) y por supuesto Bagchus (ídem de ídem con la batería). Nos encontramos ante una maqueta clásica sino directamente histórica.
Ya solo por las dos primeras Crush the Cenotaph y Rite of Shades, los amantes del Death Metal más cochambroso y vetusto tenemos asegurado el goce más elevado. Pero no tenemos solo eso, Abomination Echoes se marca una instrumental tremendamente rugosa y riffera que lleva al límite la propuesta de Asphyx para así, finalmente, dejarnos ante la joya de la corona, aquella que ya había formado parte de su demo anterior Enter The Domain y que volvería a aparecer tiempo después en el álbum Asphyx del ’94 y nuevamente en Embrace The Death del ’96, estoy hablando del clásico himno Thoughts of an Atheist, nada menos. Desde su melódica intro, pasando por su riff principal, las voces silábicas de Loomans y el pedazo solo que se marca (presumo) Daniels… este track se corona como uno de los mayores éxitos de la banda. Su único pecado: no haber formado parte de ninguno de sus dos primeros álbumes de estudio.
Alargarse es inútil. Nada puede equipararse con la experiencia en carne propia de experimentar el Crush The Cenotaph y, por supuesto, entender qué es lo que hace este documento algo tan especial e invaluable dentro del devenir de los años en la historia del Death Metal. No será un material imprescindible por su formato y escaso stock, pero… sigue siendo enorme a pesar de eso.
Cinco cuernos pelados. Un 9.
Theo Loomans: voz, bajo y letras.
Tony Brookhuis: guitarras.
Eric Daniels: guitarras.
Bob Bagchus: batería.