
1. Bleed For Ancient Gods
2. The Last With Pagan Blood
3. North Sea Storm
4. Avenger
5. God, His Son and Holy Whore
6. Metalwrath
7. Legend of a Banished Man
Amon Amarth, quienes se lo jugaron todo con la edición en 1998 de su primera obra, "Once Sent From the Golden Hall", apostaron de nuevo por la caña parda, por el belicismo irredento. De cara a la edición de su segunda afrenta nada podía, ni debía, fallar.
Después de una primera incursión violentorra a rabiar, en la que no quedó vivo ni el apuntador, joder, la parroquia no se iba a conformar con migajas, con un disco privado de mágico horror, de las dentelladas guitarreras que tanto gustaron a los que se habían maravillado ante la oscura demostración de poder sueco.
La guerra continua, nunca acaba. No para elementos como los Amon Amarth. Todo es guerra, todo es fuego, no hay más que destrucción en la mente de Hegg y sus perros indómitos. Y, coñes, menos mal. Imagina a unos Amon domesticadetes de cara a su segundo disco. Menudo sopor. Aquí se viene a dar tanta guerra como se dió el año anterior. O más. Cada año, trás cada batalla, un guerrero se curte. Se cubre de cicatrices, se baña en sangre enemiga, mejora como asesino, como superviviente. Y eso les pasa a los vikingos deathmelódicos. Han afilado sus espadas mucho más. Muchísimo más. Quieren venganza, quieren arrancarle la cabeza a los enemigos del Metal, abrir sus tripas y cagarse dentro. Venganza sueca, vikinga y malhumorada. Apártate del camino de "The Avenger" o acabarás hecho fosfatina, mendrugo.
La portada, mega-enrollada, con su dosis calorífica, se porta bien con nosotros. Nos regala un casco y dos espadas. Normal. No hay quien pueda aguantar el huracán que nos espera sin, cómo poco, ir armadete. También nos podrían haber equipado con un escudo, digo yo. A ver quién es el listo que aguanta el primer patadón en los cojones sin quedar doblado como papel.
Los hijos bastardos de Manowar y Bathory ya están preparados, aullando como locos, hacha en mano, dispuestos a trocearte, a no dejar de tí más que las botas. Los tenemos a quince metros. Catorce, trece, doce, once...ufff, colega, piénsatelo bien. ¿Seguro que estás listo para morir? Tres metros, dos, uno....aaaaarggghhhh...
"Bleed For Ancient Gods", track inicial, parece el sonido de tus huesos contra el acero de Amon. Densidad total, máxima carnicería, un poso melódico fresco, apabullante, y combinado con una fiereza total, animal. La garganta de Hegg, portentosa, oscura y sucia, hace que todo parezca muchísimo más extremo. No parece que la banda luche contra nosotros, sinó contra ellos mismos. El sonido que escupe tu equipo de música es el choque de una guitarra contra otra, el de una voz contra una batería. Seguimos por el sendero descubierto en "Once Sent...", pero algo mejorado, más certero. Ya no luchan con palos y piedras. Ya tienen espadas, ballestas y catapultas.
"The Last With Pagan Blood", el máximo puntal del trabajo (y uno de los tracks que más me enganchan de la banda), es cabalgador, sinceramente arrebatador, dantesco y riffero. No vino a hacer enemigos, vaya. Un tornado gris, que te engulle, que te priva de vista, de oido y respiración. Solamente puedes entregar tu alma, encomendarte a tu dios y rezar por que todo acabe rápido. Una melodía que hechiza, que nace con vocación de clásica, que cuesta dos guitarras, un bajo y una batería. Trás el tema, descarao, hay que tirarlas. Alucine. Salvajada metalera, puño al aire, rugido a Odín. Más épica y nos corremos.
La vacilona (y algo inspirada por los Satyricon del nuevo milenio) "North Sea Storm", "Avenger", que gana conforme avanza, que muta sus guitarras de duras a endiosadas, que tiene más alma que toda una comunidad de monjas, y "God, His Son and Holy Whore", que pone en el asador cuotas blacks, deathers, thrashers y heavylonas, y con sonidazo, cumplen. Estamos mareados ya, joder. Amon no tienen piedad, ni en un solo track.
Todo es pura ira, puro arrojo, pura y dura pasión guerrera, inmisericorde. Todo el disco, y la obra entera de la banda, respira una misma onda, una misma naturaleza. Acéptala o muere. No hay más. Guitarras que repiten patrones, melodias que se repiten hasta la extenuación, sobredosis de potencia y mucho amor a los clásicos. Si aceptas la onda, si entras en ella, el disfrute está asegurado. Amon apelan a la máxima violencia. Y nosotros, humildes metalheads, como borregos, caemos rendidos. A los metaleros nos va más lo del derramamiento de sangre que a un cura la minga de un crio de nueve añetes. Amon Amarth son pura barbarie, puro desvario. Un eructo diabólico, un pedo de Odín. Un zurullo de los dioses humeante, al rojo vivo, y que deja una grieta de kilómetros al caer. Suciedad y sacrilegio. Mola que te cagas.
"Metalwrath", versión mega-cafre, y mega-veloz, de un himno de Manowar (ideal para el directo, pues se pega, tiene mucho encanto) y "Legend of a Banished Man", que camina a medias entre Immortal y Bathory, cierran "The Avenger". Martillazo total. Demostrando lo temibles que pueden llegar a ser. Posicionándose de cara al trono. Fastuosos y majestuosos, así como cerdos, cerveceros y animalescos. Conjunción cojonuda para una banda vikinga.
4 cuernos (medio-altos) para la obra del 99. Escalando posiciones. Llevando el Drakkar por todo el planeta. Sembrando el caos por doquier.
Manowar, Bathory, At The Gates, Immortal, Satyricon, Death melódico mágico...de todo, chato. Y por el mísero precio de tu vida y tu aldea (y tu mujer).
Si Manowar son los reyes del Metal, Amon Amarth son los reyes del infierno.
Johan Hegg: Voz
Johan Söderberg: Guitarra
Olavi Mikkonen: Guitarra
Ted Lundström: Bajo
Fredrik Andersson: Batería