
1. Kodama
2. Eclosion
3. Je suis d'ailleurs
4. Untouched
5. Oiseaux de proie
6. Onyx
El ser humano tiende a asociar gente de su entorno más cercano con determinados recuerdos, emociones, lugares, olores, música, etc., y viceversa. No temo equivocarme al decir que muchos, entre los que me incluyo, tenemos en nuestra vida alguna persona especial a la que vinculamos íntimamente con una banda sonora concreta, alguien cuya imagen se aparece en nuestros pensamientos de forma inevitable al escuchar esa música en cuestión. En ocasiones, se establece una unión individuo-música tan fuerte que somos incapaces de concebir lo uno sin lo otro, y la condición especial que posee la persona a menudo se traspasa también a la banda.
A un servidor le pasa con Alcest, ese dúo oriundo de la región francesa de Occitania que, sin quererlo, se convirtieron en precursores del subgénero conocido como blackgaze. Todo comenzó allá por 2019 cuando escuché por primera vez su debut Souvenirs d’un autre monde; después de esta primera toma de contacto fui profundizando más en la música de Neige y empapándome poco a poco de la belleza que esta desprendía. Más adelante aparecería en mi vida cierta persona, también fan de los galos, que la cambiaría por completo. Como colofón a ese gran año, ambos tuvimos la suerte de ver a Alcest en el festival Madrid Is the Dark presentando su más reciente trabajo, una experiencia que quedaría grabado a fuego para siempre. Creo que queda claro por qué la banda occitana es tan especial para este humilde gallego.
Puede que mi opinión no sea del todo objetiva por el gran cariño que profeso a la banda, amada y odiada a partes iguales, pero me gustaría romper una lanza a favor de Alcest por su pequeña pero importante contribución al crecimiento de la vasta y diversa escena del black metal en el siglo XXI. La inmensa Unholy Trinity de mis admirados Darkthrone es para muchos la máxima expresión de este oscuro género, su forma más pura y genuina. Desde entonces el metal negro ha evolucionado a pasos agigantados gracias a la aparición de numerosas agrupaciones que innovan combinándolo con elementos folclóricos, música ambiental, shoegaze o incluso bluegrass, y ayudando con ello a enriquecer un subgénero ya de por sí bastante heterogéneo.
Respecto a Alcest, hasta la fecha no he conocido a nadie que los odie, más bien todo lo contrario, pero es evidente que tendrán sus detractores, ¿qué banda no los tiene? Nadie se salva. Ni siquiera leyendas como Pink Floyd o Black Sabbath. Supongo que a muchos del sector más trve kvlt (de los que espero que queden cada vez menos, solo ver escrito ese término da grimilla) les chirriará un poco que se asocie el sacro nombre del género musical más perverso y oscuro jamás parido con unos chicos franceses facturadores de un metal que de extremo tiene poco -tampoco lo pretenden ni les hace falta-, tranquilo, agradable y en ocasiones hasta cute.
Está terminando el mes de septiembre de 2016 cuando ve la luz el quinto trabajo de la banda y el último editado con Prophecy Productions, su sello discográfico desde la época del Souvenirs (en 2019 firmarían con la todopoderosa Nuclear Blast). Apenas dos años después de aquel inesperado cambio de rumbo que supuso el suave y completamente despojado de metal Shelter -grabado y mezclado en el estudio habitual de los islandeses Sigur Rós, por cierto-, Alcest decide regresar a sus raíces blackgaze con Kodama. El título del mismo hace referencia al nombre de unos espíritus ancestrales del folklore japonés que vivían en los bosques y velaban por su cuidado, enfrentándose a todo aquel que pretendiera destruirlos; los kodama siguen siendo muy respetados hoy en día en un país con una sociedad muy tradicional que no se ha visto mermada por los avances tecnológicos. Este es precisamente el concepto del álbum, el enfrentamiento entre dos mundos, el natural y el humano. La influencia de la cultura nipona, de la que Neige es muy aficionado, es bastante obvia y queda patente nada más observar la portada del plástico. El líder de Alcest ha declarado que se inspiró concretamente en la protagonista de La princesa Mononoke, película de animación escrita y dirigida por uno de los fundadores del famoso Studio Ghibli, Hayao Miyazaki, y estrenada en 1997. Largometraje que, por cierto, no he visto y probablemente debería, aunque mi interés por la cultura del país del sol naciente nunca fue más allá de ser lector habitual de mangas hace años.
Este trabajo de los de Bagnols-sur-Cèze sigue una fórmula parecida a la del magnífico Écailles de lune, probablemente su pico compositivo: menos de tres cuartos de hora de duración divididos en tan solo seis cortes, cuatro de ellos largos, otro en torno a los 5 minutos y un outro o interludio instrumental. Como curiosidad destacar que el disco que hoy nos ocupa es el primero de estudio en contar con el bajista Indria Saray, pese a ser miembro en directo de Alcest desde 2010.
El tema homónimo inicia el álbum con una solitaria guitarra que nos indica al instante que los franceses están de vuelta como los conocíamos. Sonido 100% Alcest. Kodama es una hermosa y pausada composición en la que el habitual canto angelical de Neige se ve acompañado por la hipnótica voz de la noruega Sylvaine (no confundir con Audrey Sylvain, co-fundadora de Amesoeurs y exmiembro de Peste Noire). El punto álgido tiene lugar en el intervalo 5:29-7:04, simplemente genial. C'est magnifique.
No es hasta casi los 12 minutos de álbum que hacen acto de presencia los desgarradores gritos del señor Stéphane, al poco de iniciar la alegre y veraniega Eclosion, otros nueve minutos de pura belleza. En la misma línea sigue Je suis d’ailleurs (“Soy de otra parte”), relajada y melódica. Qué bien le pega el francés a la música de Alcest, un idioma romántico donde los haya que aporta un plus de originalidad. Himnos de la banda como Autre temps perderían mucho si la letra estuviera escrita en inglés, las cosas como son.
Untouched, dulce y amable, es una especie de canto tribal que carece de letra como tal, pudiendo distinguir únicamente la repetición del título de la misma: intacto. Al igual que en Kodama y otras canciones de la discografía de Alcest, como Les Iris, Solar Song o Délivrance, el resto de voces son interpretadas en forma de sonidos ininteligibles.
Con Oiseaux de proie (“Aves rapaces”) llegamos a uno de los momentos culminantes de este trabajo, sin duda el tema estelar y más agresivo de Kodama y, con diferencia, el predilecto de un servidor. Neige se desgañita en la segunda estrofa, que claramente hace referencia a un planeta en las últimas, dañado y destruido por la sobreexplotación de los recursos naturales por parte del ser humano:
“La Tierra herida
Enferma de corazón
Retumba y se derrama
Aliento volcánico
Las aves rapaces
Un ejército de niños-bestia
Preparándose para vengar
La agonía de su madre”
La ambiental Onyx, cuya grabación la banda suele utilizar como introducción en sus conciertos, cierra el disco con cuatro minutos que en mi opinión no aportan casi nada. Prescindible.
Por si alguien se ha quedado con ganas de más, la edición limitada incluye un bonus instrumental llamado Notre sang et nos pensées (“Nuestra sangre y nuestros pensamientos”) que tiene algo más de chicha que la elegida como outro. Bella, como todo lo que graban los galos, pero sin más.
Kodama es un digno regreso a sus orígenes blackgaze, quizá un escalón por debajo de Écailles de lune y Les Voyages de l’Âme, pero en definitiva un muy notable álbum de Neige y compañía. Otro más. Cada trabajo de este dúo es diferente al anterior, aunque todos ellos conserven la misma esencia, ese aura onírica y melancólica dotada de sempiterna belleza. Una banda tremendamente mágica y especial. Sin duda, música de otro mundo.
Très bien et merci beaucoup, Alcest!
Neige: Voz, guitarras, teclados
Winterhalter: Batería, percusión
Músicos invitados:
Indria Saray: Bajo
Sylvaine: Voz (track 1)