Accept – Kaizoku Ban

Enviado por El Marqués el Mié, 18/01/2012 - 01:11
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Seguramente en la industria discográfica quedan cosas que no han cambiado tanto como nos creemos. Igual que Metallica editan ahora ese Extended Play, se supone que para ganar tiempo y mantener entretenida a la audiencia en espera de un trabajo que haga olvidar la enésima decepción que han provocado en muchos de sus fans, en los 80 se publicaban singles de adelanto, maxisingles, B-Sides, Eps, mini Lps y toda suerte de artefactos con tal de avivar la llama y las ansias de material de un público, el metálico, que no entendía que pudieran mediar mas de doce meses entre un lanzamiento y el siguiente de sus ídolos.

En 1985, Accept eran la banda alemana más importante del Planeta después de Scorpions. Contaban con una discografía intachable, un repertorio que en cualquier momento podía dejar en evidencia a cualquiera de los Cuatro Grandes –AC/DC, KISS, Maiden, Judas- a poco que se descuidaran, y el line-up perfecto. Hermann Frank es muy bueno, Mark Tornillo lo está haciendo muy bien, pero Accept son los cinco tíos que jugaban a la ruleta rusa vestidos de cosacos en la portada del disco de 1986, su obra maestra oculta.

Fischer, Hoffmann, Kaufmann, Baltes y Dirkschneider habían grabado “Metal Heart” en 1985, giraban ya como cabezas de cartel por Europa y Asia, sus shows representaban el arquetipo de todo lo que es grandioso en el Heavy Metal, y de regreso al estudio se encerraron para preparar “Russian Roulette”, y comenzar de nuevo el ciclo en que llevaban metidos desde su formación en la segunda mitad de los 70.

Meses antes de que “Tv War”, “It´s Hard to Find a Way”, “Aiming High” y todas aquellas maravillosas canciones de los Accept más irresistibles y equilibrados vieran la luz, su compañía puso en circulación esta galleta registrada en Japón, acaso el mejor Ep en vivo de toda la historia del Heavy Metal.

Seis canciones que se repetían en cada una de las dos caras del cassette de la portada con impactante trazo oriental, con los cinco músicos en estado de gracia, interpretando cuatro temas del reciente “Metal Heart”, más dos del anterior, “Balls to the Wall”. Ni rastro de “Fast as a Shark”, “Breaker”, “Princess of the Dawn”, “I´m a Rebel” y demás clasicazos; a cambio unas vibrantes “Love Child” y “Screaming for a Love-Bite”, unas demoledoras “Metal Heart” y “Living for Tonite”, un “Up to the Limit” inmejorable, y la fabulosa “Head Over Heels”, que se llevaba casi seis de los menos de 30 minutos que dura el álbum, y te dejaba un nudo en la garganta, desde la pulsación inicial del bajo, esa extraña línea de guitarra, el dolorido aullido de Udo, y el agónico final.

Este es uno de esos discos que tal vez ya no oigo tanto, pero siendo un crío abusé de él hasta quemarlo. Pocos grupos han sido capaces de decir tanto con tan poco. Todavía pueden hacerme llorar de emoción las melodías de las guitarras bajo el preestribillo de “Love Child”, los breaks de batería de Kaufmann, el punteo de Hoffmann en “Screaming…”, el tono de dragón del pequeñajo.

Y qué decir del hostión, del puñetazo en la mesa que parecen soltar cuando se lanzan con el arrollador riff que presenta “Living for Tonite”. Y como no entusiasmarse otra vez, casi treinta años después, con el solo Beethoviano en la celebérrima “Metal Heart”. Hoy día estamos más que acostumbrados a escuchar a guitarristas de Heavy neoclásico haciendo estas cosas, pero en aquellos días solo Ritchie Blackmore experimentaba de esa forma.

Este tesoro no debe permanecer más tiempo escondido. En 1992 se reeditó con el insípido título de “Live in Japan”, y una no menos impersonal foto en la portada. Poneos el sombrero de Indiana Jones y lanzaos a la búsqueda del original, que esa portada rebosante de luz, que parece representar la gloria de esta mítica banda, bien vale cualquier sacrificio.

Udo Dirkschneider: Voz
Wolf Hoffmann: Guitarra
Jörg Fischer: Guitarra
Peter Baltes: Bajo
Stefan Kaufmann: Batería

Sello
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