Ñu - No hay Ningún Loco

Enviado por El Marqués el Mié, 04/01/2012 - 13:23
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CD I

1. Introducción (0:25)
2. Cuentos De Ayer Y De Hoy (1:30)
3. Preparan (7:36)
4. No Hay Ningún Loco (5:07)
5. Prometo Besar (5:19)
6. La Bailarina (5:16)
7. Solo De Flauta (1:08)
8. El Flautista (7:20)
9. Nessa (4:21)
10. Fuego (1:02)

CD II

1. Ella (5:31)
2. Perseguido (7:07)
3. Los Ojos De La Zíngara (7:23)
4. Sé Quién (5:05)
5. Más Duro Que Nunca (7:52)
6. Más, Quiero Más (3:54)
7. Una Noche Más (4:08)

Si en lugar de proceder de la periferia de Madrid, los Ñu de José Carlos Molina hubieran aparecido más allá de los Blancos Acantilados de Dover, en algún lugar con denominación teatral estilo Salisbury o Canterbury, tal vez estaríamos hablando ahora de una banda equiparable a cualquiera de los monstruos del Progresivo británico de los años 70.

Molina inició su carrera en 1972 junto al rockero de Carabanchel, Rosendo Mercado, al frente de un grupo llamado Fresa, permaneciendo ambos juntos hasta 1978, año en que Rosendo dejó la banda para fundar Leño, mientras Molina editaba, ya con el nombre de Ñu, su primer larga duración, “Cuentos de Ayer y de Hoy”, al que siguieron “A Golpe de Látigo” (1980), “Fuego” (1983), y “Acorralado por Ti” (1984).

El grupo practicaba un Hard & Heavy Rock diferente al de las bandas punteras en el incipiente Metal español, los desarrollos instrumentales se acercaban al sinfonismo, siempre dentro de las limitaciones con que se trabajaba en aquellos tiempos en España, y por encima de todo destacaba, como tantas veces ha ocurrido a lo largo de la historia del Rock&Roll, la personalidad aplastante del líder JC Molina, su polifacética formación casi autodidacta, la imaginería que recreaban las letras, centradas en un mundo medieval, casi élfico, de fantasía, y su habilidad con la flauta, que hacía de él un frontman único.

Las letras miraban ese universo de castillos, hadas y caballeros medievales, si, pero desde un enfoque mas terrenal que tolkiniano cuando la ocasión lo requería. Teníamos a juglares y flautistas, pero no había problema en lanzar un puyazo al poder establecido, o en dejar al rocín en las caballerizas mientras se escalaban las almenas para pegarse un revolcón con la princesa Rapunzel de turno después de trajinarse unas cuantas pintas de cerveza.

Entre el 85 y el 86, José Carlos rompió con Zafiro, la compañía que había editado sus anteriores discos, y el juglar de la melena rojiza consiguió un contrato con Barrabás Records, una disquera que habían creado los gerentes de la Sala Barrabás, en la madrileña localidad de Vicálvaro, y planificó la grabación de un doble en directo que repasara toda la carrera del grupo, contando con la presencia de la mayoría de músicos que habían tenido relación alguna vez con Ñu.

El empresario Antonio Rodríguez, administrador de las salas Barrabás y Canciller, organizó junto a Mariano García dos conciertos los días 7 y 8 de noviembre de 1986 en el Canci, el templo metalero del Barrio de Ventas, de los que se extrajo el repertorio de “No Hay Ningún Loco”, el álbum que pondría punto final a la primera etapa de Ñu, y serviría de enlace con la siguiente, que se iniciaría ya con el siguiente disco en estudio, “El Mensaje del Mago”, en 1987.

Para quienes vivimos aquellos años en el Madrid de los 80, es muy difícil rememorar aquella época sin caer en la nostalgia. A veces cuesta creer que hayan pasado tantos años, pues uno recuerda las primeras emisiones radiofónicas de estas canciones en los programas de Mariano García, Rafa Basa y El Pirata como si fuera ayer. La cuña que anunciaba la mencionada sala Barrabás, que si no recuerdo mal utilizaba de fondo la entrada guitarrera del “I´ll See the Light Tonight” de Malmsteen, las emisiones nocturnas de “Corazón de la Ciudad”, el espacio del amigo Basa dedicado íntegramente a las baladas, o esos movimientos imposibles que conseguía Juan Pablo Ordúñez@El Pirata, que tenía el estudio en la Cadena Cope, en pleno barrio de Salamanca, una de las zonas más ricas y elitistas de Madrid.

Me viene a la memoria una anécdota impresionante de aquellos años, contada por una locutora de un programa de información general: “Sería 1986 o 1987, nos alargamos unos minutos despidiendo nuestro programa, y allí que interrumpe El Pirata, ¡con Bon Jovi detrás de él! Ve que seguimos en antena, dice ¡uy, perdón, perdón!, y se queda de pie, esperando en el pasillo junto a Bon Jovi”.

Cuento estas historias porque me sigue alucinando tomar la contraportada de este doble vinilo que suena ya con más saltos que en una olimpiada, para leer los créditos, y sobre todo las dedicatorias: “Al personal del Canciller por su colaboración/ A Kirios por su aguante/ Y a Mariano García por Liante”.

Y sigue: “A nuestras musas inspiradoras, Nessa, Flor de Metal, La Zíngara, La Bailarina, Diosa del Amor, y Ella”. Y añade, tras agradecer su calor al público asistente: “A mi madre que me estará escuchando, y a la Guardia Civil que me estará buscando”.

¡Ese es el Molina! “Vampiro y Amante”, “Robin Hood”, “Cautivo del Placer”, “Pirata del Éxito” “condenado a vivir”, ya sea en “Galeras” o en un “Jardín de un Palacio”, qué más da, si al final siempre “Tocaba Correr”…

Y me encanta recordar como funcionaban las cosas en el mundillo Heavy español de los 80: Una verdadera comunidad, con sus inevitables tiranteces, sus rencillas, algún episodio realmente oscuro, pero un sentimiento de unidad contra el enemigo que ya quisieran para sí otras colonias rockeras basadas en la hermandad. Ni los grupos sureños de Alabama y Georgia, ni las bandas de Seattle ni hostias. Aquí Ñu se quedan sin disquera, y Barrabás Records organiza el regreso de la banda por todo lo alto y le financia al flautista su disco en directo contando con la colaboración de un montón de ilustres que tienen sus propias bandas, pero se prestan a intervenir encantados ante el acontecimiento.

Y cuando hablo de unidad contra el enemigo, aseguro que el enemigo era “todo”. Era ese “todo” al que los Barones aludían cuando cantaban aquello de “Se oye comentar/ a las gentes del lugar/ los rockeros no son buenos”. No era fácil ser heavy en aquella España post franquista, pero quiénes estaban metidos en ello disfrutaban de esa condición de malotes que se nos había impuesto, por ejemplo eligiendo como razón social un provocativo nombre como “Barrabás”, el ratero al que Poncio Pilato indultó para condenar a Jesús.

Buenos tiempos, y buena, muy buena música. Toca hablar de la música que escucharéis en “No Hay Ningún Loco”, pero como me pagan lo mismo por escribir 4 folios que 16, no voy a alargarlo demasiado. Como cualquier clásico en vivo de la historia del Metal, porque esto es un clásico casi a la altura de “One Night at Budokan”, “Live Evil” o “The Eagle Has Landed”, hay que vivirlo. Hay que disfrutar un millón de veces de todos los momentos maravillosos de estas 17 canciones, de los defectos en el sonido provocados por el humilde presupuesto –claramente audibles, por ejemplo, en la jam “Nessa-Fuego” que cierra el primer vinilo-, del nivel de varios de los temas, de lo mejor que se ha compuesto en el Rock nacional, y del histrionismo y carisma escénico de Molina, tan pronto bufón como caballero, tan arrollador en su papel de rocker socarrón como irresistible en el rol de trovador ensoñado.

No se cuantos momentos de mi vida habré pasado escuchando esa introducción aplastante, con esos teclados chillones que parecen anunciar la llegada del fin del mundo justo antes de que Molina empiece a cantar con la furia de los mas grandes las estrofas de “Cuentos de Ayer y de Hoy”, evocando una edad media siniestra, dominada por las plagas y el oscurantismo.

Las líneas de flauta del tema título, y esa parte final en que la letra evoca a todas las musas inspiradoras incluidas en los créditos, el solo de travesera que se marca en la cara B del disco Uno, el exotismo de “La Bailarina”, la presencia de temazos como “Perseguido”, tan bueno que lo podría haber escrito cualquier gran banda internacional.

Escuchad la entrega del vocalista en “Prometo Besar”, como enmascara sus limitaciones bajo una personalidad desbordante, maravillaos con “Ella”, una de las mejores baladas jamás escritas, aquí, pasados los Pirineos y más allá de Finisterre.

Y “Los Ojos de la Zíngara”, un inédito en que contaron con la presencia de un cantaor de Flamenco, todos ahí reivindicando el protagonismo de la música de raíz española frente a la invasión extrajera. Ahora entiendo porque descubrí el Thrash Metal tan tarde –el verdadero, no el de Metallica o Anthrax-. En 1986 estaba disfrutando de las payasadas del frontman de Ñu cuando presenta a sus músicos, tan histrión como si fuera Tom Waits o el mismísimo Elvis, del feeling que se crea en el tramo final, a partir de “Más Duro que Nunca”, un tema tan bueno como “Children of the Grave” por ejemplo, del saxo al comienzo de “Mas, quiero más”, o de la sensación de dandy que deja el tío en el ambiente tras despedirse con esas elegantes y emotivas líneas al final de “Una noche más”.

Naturalmente, en el universo de Ñu las cosas nunca eran tan idílicas ni tan novelescas como en muchas de sus canciones, y de la sociedad con los artífices empresariales de “No Hay Ningún Loco” también surgirían problemas, pero vaya, que eso es otra historia.

No voy a dar la brasa con los enlaces, entre otras cosas porque el disco en si no está muy representado en el tubo, pero ahí tenéis Los Ojos de la Zíngara, uno de los momentos más emblemáticos, junto a dos verdaderas piezas de museo: Ñu actuando en el programa “Tocata” en 1984, una toma enlazada de Perseguido/Ella , y otra de Sé quien , en dos versiones muy similares a las recogidas en el doble que nos ocupa.

Os sirven, a quiénes desconocierais a este grupo de duendes, para haceros una perfecta idea de lo que fueron Ñu, autores del mejor disco en directo que se ha grabado en España junto a “Barón al Rojo Vivo”.

“Y con esta canción me despido de vos, y me voy a por otra botella”.

Ñu y sus secuaces:

Jose Carlos Molina: Voz, Flauta, Teclados
Enrique Bertrán de Lis: Guitarra y voces
José Luis Rodríguez: Bajo y voces
Toni "El mago": Teclados y voces
Enrique B. Ballesteros: Batería

Invitados:

Miguel Ángel Collado: Teclados
Jean Francois: Violín
José Mª García, Eduardo Pinilla, Jerónimo Ramiro: Guitarras
Chiqui Mariscal, José Luis Ajenjo “El Horrible”: Bajo
Bernardo Ballester: Batería
Pepe Moreno: Saxo
Ángel Moreno: Cantaor

Sello
Discos Barrabás S.A.